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Las artistas colombianas Ana María Rueda y Luz Ángela Lizarazo, exponen en Roma los dolores pero también los deseos de los desplazados, los refugiados, los inmigrantes, en una exposición que lleva como título "Correr el telón", develar lo que no se quiere ver.
Organizada por la embajada de Colombia en Italia en la centenaria sede de la Real Academia de España, en la colina del Gianículo, la exposición, que permanecerá abierta hasta el 17 de diciembre, aborda uno de los grandes dramas del mundo globalizado: el desplazamiento forzado, lo que se deja, lo que se pierde, lo que se sueña.
Las dos artistas, con una trayectoria destacada, formadas en Francia y que residen desde hace años en Colombia, indagan con la sensibilidad del artista acerca de ese drama humano, que afecta al mundo, pero sobre todo a su propio país, con 7 millones de desplazados internos debido a la violencia política, la pobreza, el narcotráfico.
"Es un trabajo que quise construir desde el arte y no desde la política. El arte tiene otra manera de comunicar. Para realizarlo organicé talleres con varios grupos de gente que se encuentran en situación de desplazamiento cerca de Bogotá", contó Rueda.
Para dar voz a esos desplazados, Rueda los invitó "a construir sus propias constelaciones" a través de fotografías de destellos de luz en el agua que resultan en realidad cielos estrellados.
"La idea era que trazaran su propia ruta", como ocurría antaño cuando la constelación ayudaba a recordar y reconocer las estrellas que servían de orientación a los antiguos navegantes y viajeros de los desiertos.
Colocadas en la bóveda de una de las salas del imponente convento, la instalación, formada por 29 fotografías de formato grande, constituye una sola constelación, con sus agrupaciones de estrellas, sus formas imaginarias, muchas de ellas casas.
"Casi todos sueñan una casa y casi todos quieren regresar a su casa. Pero algunos descubren cosas nuevas, se conectan con ellos mismos, desean una escuela, un libro, corazones. En todos hay un dolor, pero sobre todo una nostalgia", cuenta la artista que desde hace más de diez años indaga con la fotografía tras haber explorado con éxito en la pintura y la escultura.
Para la autora de "Fuego", realizada en 1999 en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, donde replicó a escala un bosque con trozos de árboles talados de la ciudad, su objetivo es plasmar sentimientos, conectar con el otro.
"La verdad es que lo que me gusta es indagar, cuando me siento cómoda pues cambio", confiesa al presentar por primera vez al público su nueva instalación.
- Los invisibles de Lizarazo -
Con un lenguaje delicado, los dibujos y acuarelas de Luz Angela Lizarazo resultan una reflexión sobre la fragilidad, sobre el cruce de culturas, sobre la adaptación a mundos diferentes y por lo tanto hablan de migraciones y culturas que se mezclan.
Como un homenaje a España, a su pasado y su presente, la artista colombiana, que ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, juega con botánica y peinetas, símbolo de la identidad española, para mostrar otra cara de los procesos migratorios, sus resultados culturales, genéticos y hasta sociales.
La artista presenta cuatro serie de obras, "Mudanza", "Xenogamia", "Invisibles" y "Top Manta", a través de las cuales narra, en base a imágenes de archivo y fotografías, el momento en que inmigrantes han tenido que huir, en distintos momentos de la historia, por la guerra, por razones económicas, de España, África, Kosovo y Colombia.
"En algunas se ven solo los vacíos, las ausencias", explica la artista, quien vivió varios años en España y retrata con la serie de "Invisibles", a seis mujeres latinoamericanas, todas inmigrantes, que posan los domingos en los parques para ser fotografiadas disfrazadas de Minnie Mouse o Bart Simpson de manera de obtener dinero para enviar a sus familiares del otro lado del océano.
"La inmigración para mí es un tema muy presente. Vivir en otra cultura es difícil", reconoce.
Con "Top Manta", la artista honra a otros invisibles, los inmigrantes africanos que venden discos y videos por las calles de Europa.
"Sustituí las portadas de discos y CD con los retratos en lápiz de ellos, volviéndolos de alguna manera visibles", reconoce Lizarazo.