¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Ghamm escriba una noticia?
La característica de un bebedor moderado es que se logra contener, es sociable y no bebe en exceso
La característica de un bebedor moderado es que se logra contener, es sociable y no bebe en exceso. Toma un trago porque una copa es símbolo de placer, y porque el alcohol le distiende los nervios y le proporciona una sensación de bienestar. Tal vez en alguna ocasión se le pase la mano y se emborrache, pero no pierde el sentido ni le da por pelear con los amigos.
La cantidad de alcohol que se necesita para provocar el estado de embriaguez es variable de uno a otro individuo. Sus efectos físicos también son distintos en unos y otros. A algunos les da sueño, otros se entristecen. En algunos casos se tranquilizan y olvidan sus problemas, pero a otros les causa rabia y ganas de pelear.
El alcohol es rápidamente absorbido por la sangre en el estómago e intestino delgado, sin ser digerido, a diferencia de los alimentos comunes. Algunos alimentos como la mantequilla, la leche entera o la crema frenan un poco la absorción, al igual que el queso, el pan y las galletas.
El alcohol no es estimulante, como generalmente se piensa. Por el contrario, deprime. Las primeras copas parecerán dar ánimos física y mentalmente a quien lo bebe, pero al ser absorbido, aunque sea en poca cantidad, produce una sensación anestesiante.
Puede suprimir el cansancio distendiendo los nervios y los músculos provocando bienestar, pero si no se descansa realmente el alivio dura muy poco.
Al contrario de lo que se piensa el alcohol no es un afrodisíaco. En pocas cantidades puede inhibir ciertas restricciones naturales, pero no actúa directamente en la actividad sexual, e ingerido en grandes cantidades puede ser causa de impotencia transitoria.
El alcohol es rápidamente absorbido por la sangre en el estómago e intestino delgado, sin ser digerido
Las facultades intelectuales se ven afectadas al beber en pocas cantidades. La persona pierde rapidez y comete mas errores al intentar escribir en un teclado, al hacer sumas o desarrollar problemas matemáticos, o intentar aprender algo de memoria. A nadie se le ha facilitado el trabajo ni ha tenido más inteligencia por beber alcohol . El alcohol nunca contribuye a mejorar nada, y para lo único que sirve es para que nuestras estupideces nos parezcan normales.
Desde hace mucho tiempo se le ha advertido a los bebedores que el exceso causa problemas cardíacos, a los riñones y a otros órganos, pero en realidad existen personas que nunca han presentado esos problemas siendo bebedores. La cirrosis, que antiguamente se le llamaba el mal de los borrachos, se presenta en personas que beben y en otras que no ingieren alcohol. Y de los que beben en exceso, ese mal, no es tan numeroso como se piensa.
Puede si irritar una úlcera, pero no es el causante, aumenta las ganas de orinar, pero, al parecer, no afecta directamente a los riñones.
A excepción de los ojos vidriosos, el hablar estupideces, tal vez una gastritis, todos son efectos transitorios, y la mayoría de las enfermedades serias, causadas por el alcohol, suelen ser tratadas por siquiatras.
El alcohol debilita nuestros centros cerebrales de mayor importancia, bloqueando o suprimiendo, por tiempo indefinido, la capacidad de dominarnos o discernir. No es cierto que el alcohol destruya el virus del resfrío.
Por último, algunas virtudes: dilata los vasos sanguíneos y estimulas las ganas de comer, y para los ancianos es beneficioso una copa al día.
No se sabe si disminuya el tiempo de vida, pero el abuso del alcohol la disminuye notablemente. Quien toma un trago moderadamente no trata de emborracharse, lo utiliza como un acicate y por el ligero efecto calmante que provoca. Para el bebedor moderado no es una necesidad, pero si desea beber puede hacerlo, pero si siente que debe hacerlo, no lo haga.
La cantidad de alcohol que se necesita para provocar el estado de embriaguez es variable de uno a otro individuo