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Desplazados, primera parte de una historia. Este es un relato que quiero compartir contigo.
Caminan por encima del techo, murmullos que se cuelan entre las paredes, llantos lejanos de lo que ya pasò. Sin seres. Sin ojos. No hay luz, no hay memoria. Porque es y no existe. Solo quedò un pedazo de botella que se cayò cuando mi madre me dijo que que tenìa que quedarme callada y a mi se me resbalò de las manos mi gaseosa. No sabia por què , pero que habìa que hacer caso. Atravesando la muralla dorada del maìz se veìan resplandecer los destellos de un dia prematuro que yo no conocia y ademàs no entendia. Un discreto y pausado ? no hagas ruido y, te amo ? de mi papà y una resignada y tranquila caricia de mi madre de dieron la idea de que todo habia sido transformado, sino ahora, en los siguientes segundos.
Cada mañana el sol reflejaba prismas de promesas de un arco iris con una olla de oro en su final. Por lo menos eso decia mi tia que me contaba historias de aquellos paìses lejanos que vivian en la pàginas ajadas de unos libros incontemporanes que nos mostraban imágenes de reinos lejanos y hermosos.
Quien no conce su historia, esta condenado a repetirla.
Mi pequeña hermana, ojos negros vivaces ,cabello liso pero lustroso y la curiosidad de toda niña de cuatro años, dos años menos que yo. Miraba y trataba de coger aquellas pàginas, porque querìa hacer sus propias versiones de las imágenes que veìa. Yo, dulcemente, como me habìa enseñado mi mamà , le contaba historias siempre pensando en lo en lo que ella querìa ver. Que era en su momento, lo que yo veìa pero por fuerza del tiempo y de algo llamamos la madurès nos negamos la oportunidad ver. Me contaba historias con base en lo que ella veìa en aquellos libros.
Un grito de mi madre interrupìa estos momentos ? Graciela, que los pollos se salen y no ha sido capàz de cerrar el corral .? Alcanzaba a voltear mis ojos y veìa una invasión de plumas y cacareos cerca al frente de nuestra casa, que valga la pena recordarlo, era una casa de bahareque enclavada dentro de las montañas de un lugar que ahora, después de mucho trasegar por la vida, supe que se llama Cundinamarca.
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