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Aunque dice lo contrario, Mariano Rajoy sigue basándose en el carbón como fuente e energía al contrario que el presidente francés Emmanuel Macrón, muy preocupado con el cambio climático.El presidente del gobierno español promete pero no cumple
Tras quedar en fuera de juego al no acudir a la cumbre de Bonn sobre el cambio climático del pasado noviembre, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy no ha podido eludir la reunión sobre financiación climática convocada por el presidente francés, Emmanuel Macron la semana pasada en París. Macron pedía "una lista de acciones y compromisos financieros concretos", no más "declaraciones". El presidente francés está seriamente preocupado por el cambio climático y se mueve.
Con todo, Mariano Rajoy ha esgrimido de nuevo el ya repetidamente anunciado proyecto de ley de cambio climático para resaltar que "España está comprometida" con el reto de frenar el calentamiento global, todo para la galería. "Estamos trabajando en una ley de cambio climático que nos permitirá cumplir con nuestros compromisos de 2030", ha dicho en París.
Y a esa ley le cuesta materializarse. Por más que el presidente haya asegurado que España "ha asumido compromisos muy exigentes para 2020 que vamos a cumplir", a Rajoy se le ha disparado la generación de energía a base de carbón, sus ministros opinan contradictoriamente sobre las centrales térmicas, las emisiones de gases de efecto invernadero dependen de que llueva o no y, además, no abre la mano para que otras autonomías aceleren sus compromisos (Rajoy acaba de recurrir la ley de cambio climático de Cataluña lo que en la práctica la ha paralizado).
El Ejecutivo parece que entiende lo que supone el reto del cambio climático pues ha incluido la ley de transición energética en sus prioridades legislativas para 2018. Según su visión teórica, pretende establecer un marco normativo que recoja los objetivos a medio y largo plazo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y las metas en materia de energía.
Rajoy ya anunció la ley (como promesa electoral) en la cumbre de París de 2015. Repitió la jugada al acudir a Marrakech un año después (en un discurso que luego imitó su ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en la Asamblea General de la cumbre).
Pero, mientras, las emisiones de gases de efecto invernadero en España han ido por libre. Crecieron el 2011, bajaron en 2012, y volvieron a incrementarse en 2013, 2014 y 2015, según la serie del Instituto Nacional de Estadística. En 2016, un año húmedo, se pudo recurrir más a la generación hidroeléctrica y cayó la creación de CO2, de acuerdo con el avance de emisiones remitido por el Ejecutivo a la Unión Europea
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En ese informe del Ministerio de Medio Ambiente se destacaba "un descenso marcado en el uso de carbón" que pasó de suponer el 19, 9% de la generación de electricidad al 14, 5%, según Red Eléctrica Española. Pero, al acabar 2017, el carbón ha vuelto ganar protagonismo, lo que hará que las emisiones de CO2 tendrán un repunte en 2018, según todas las previsiones. Casi el 70% de la electricidad generada en España en 2017 ha provenido de fuentes de energías no renovables. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, respalda que España siga dando los pasos necesarios para una mayor dependencia de energías limpias, pero subrayó que no puede "suprimir el carbón de un día para otro". Rajoy, en declaraciones a los periodistas tras participar en la otra cumbre sobre el cambio climático organizada en París por el presidente francés, Emmanuel Macron, resaltó la importancia de la ley que sobre este asunto prevé aprobar el Gobierno en 2018. Una ley que dijo que permitirá una transición ordenada en el sector energético.
La generación de electricidad es uno de los grandes emisores de gases, solo superado en España por el transporte y seguido de la industria. Sin embargo, la acción del Gobierno ni siquiera es unívoca. El Ministerio de Energía está lejos de considerar el abandono del carbón a la hora de generar electricidad. El ministro Álvaro Nadal respondió el año pasado al anuncio de Iberdrola de que cerraría dos de sus plantas de carbón con la remisión de un proyecto de decreto que dificulta la clausura de estas instalaciones. Nadal cree que España no puede desengancharse del carbón, que haría más cara la luz y no se garantizaría el suministro. Una postura que no se ha visto respaldada por la Ministra de Medio Ambiente, García Tejerina, al decir que "el medio ambiente es el que manda, no el precio". Enfoques antagónicos. El propio Mariano Rajoy en reciente reunión insistió que la "la transición a una economía baja en carbono deben hacerse manera ordenada y con poco coste para el consumidor".
En los mismo días, en la COP 23 de Bonn, España se apartó de la alianza de estados que se comprometieron a dejar de usar carbón en 2030 entre los que estaban Canadá, Gran Bretaña, Francia, Portugal, Holanda, Bélgica o México. Alemania expresó que su desenganche es inevitable, aunque más lejano. En España operan 15 centrales térmicas de las que cinco están consideradas entre las 30 más tóxicas de la Unión Europea, según el análisis de la coalición ecologista Europe beyond coal.
Excepto Macron, los líderes europeos, incluido Rajoy, no cumplen los acuerdos de la Cumbre de Paris sobre el calentamiento global
A pesar de que el Acuerdo de París establece que "los flujos financieros deben ser coherentes con un camino hacia bajas emisiones", cada año, España gasta 1.000 millones de euros en sostener el uso de combustibles fósiles. Recientementeel Banco Mundial apuntó en la dirección opuesta al anunciar que dejará de financiar proyectos para la extracción de gas y petróleo en 2018. En este sentido, la primera ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, ha explicado en el foro que el año que viene su país "incrementará en un 50% el impuesto al carbono" que castiga las emisiones a la atmósfera y rebaja los que gravan a los coches eléctricos. Desde la Moncloa "a pesar de las restricciones presupuestarias", cifran la "contribución a la financiación climática" de España, es decir, el trasvase de recursos desde los países desarrollados hacia el sur global para proyectos de lucha y adaptación contra el cambio climático, en 596 millones para 2016.
Y además, Mariano Rajoy impide que otras administraciones avancen en sus objetivos climáticos a un ritmo más acelerado que el que marca el Ejecutivo central. El pasado diciembre, el Tribunal Constitucional admitió a trámite el recurso prsentado por el Gobierno contra la ley catalana de cambio climático. De esta manera la dejó paralizada. El recurso del gobierno español se interpuso contra una veintena de preceptos entre los que están "Impulsar el cumplimiento de los compromisos internacionales con el cambio climático que vinculan a la Generalidat", las "cantidades permitidas de emisiones de CO2" o la creación "de inventarios de emisiones". Rajoy promete pero no cumple
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Emmanuel Macron, quiere galvanizar a la humanidad en la lucha contra el cambio climático, amenazada por el boicot de la Administración de Trump a los acuerdos internacionales, a la Cumbre de Paris y por la lentitud en la respuesta del resto de países, incluida España. Macron llamó la pasada semana, a otra una cumbre a las afueras de París, en un intento por movilizar al mundo financiero y los poderes regionales a un nuevo un esfuerzo para frenar el calentamiento global. “Estamos perdiendo la batalla”, constató ante medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno y de decenas de dirigentes políticos, filantrópicos y empresariales.
Las pruebas sobre la realidad del cambio climático se acumulan, pero la humanidad se resiste a renunciar definitivamente a las energías no renovables. Este ha sido el mensaje de la One Planet Summit, cumbre convocada por el presidente francés para conmemorar el segundo aniversario del acuerdo de París. Ya no bastan los acuerdos diplomáticos multilaterales, que han marcado, desde Río en 1992, la actuación internacional contra la emisión de gases contaminantes.
“Necesitamos un choque en nuestros modos de producción”, dijo Macron con otras palabras en Le Monde.“Algo igualmente histórico, y la única manera de hacerlo es lograr que los inversores y los financieros entiendan que al mismo tiempo pueden ganar dinero y hacer algo poderoso para el mundo invirtiendo en proyectos de adaptación y mitigación del cambio climático”.
Macron pidió a los participantes presentasen proyectos dedicados a frenar el cambio climático y a proteger a los países en vías de desarrollo que ya sufren sus efectos. En París en 2015, casi 200 países fijaron como objetivo impedir que las temperaturas superasen en dos grados centígrados —preferiblemente 1, 5— el nivel de la era preindustrial, pero, como recordaron varios participantes, las temperaturas ya van camino de subir más de dos grados. “Los que estaban antes de nosotros todavía podían decir: ‘No lo sabíamos’. Desde hace una veintena de años lo sabemos, y cada vez lo sabemos más”, dijo Macron, erigido en líder mundial de la lucha contra el cambio climático. “Aquí se juega una nueva etapa en nuestro combate colectivo”.
No ha acudido a Paris ni la canciller alemana, Angela Merkel, ni el presidente ruso, Vladímir Putin, ni el líder chino, Xi Jinping, pero la ausencia que dominó la reunión fue la del presidente estadounidense, Donald Trump. Su gobierno, segundo emisor de gases contaminantes, tras China, estuvo representado por un alto funcionario de la Embajada en París. La sociedad norteamericana, y su sistema político en toda su complejidad, sí estuvo en París —empresarios, filántropos, gobernadores y otros políticos— y lo hizo con un mensaje más hostil que nunca hacia su presidente. “ Trump ha adoptado una decisión que no se basa en los hechos, ni en la ciencia, ni en el sentido común. Es una decisión autodestructiva”, dijo el exsecretario de Estado John Kerry, que participó como miembro de la Administración de Barack Obama en la negociación del acuerdo de París. “El pueblo americano sí mantiene el compromiso contra el calentamiento global”. Era una respuesta al anuncio, el pasado junio, de que con Trump EE UU se retiraba del acuerdo de París
Así pues, urge abandonar los transportes con combustibles contaminantes, subir los impuestos para el carbón y el petróleo, e ayudar a las inversiones en energías limpias, Como explica Kim, presidente del Banco Mundial, de forma que al mercado le resulte más rentable invertir en energías limpias que en suciasEl abandono de Trump ha ofrecido a Macron una plataforma única. En junio acuñó el eslogan "Make the planet great again" (Hagamos el Planeta grande de nuevo), un juego de palabras irónico contra el eslogan de Trump "Make America great again" (Hagamos América grande nuevo). La cumbre de París le permite realzar su verdadero perfil y colocar a una potencia como Francia en el centro de la lucha contra el calentamiento global. Ahora parece el inverso de su amigo Mariano Rajoy.