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En Santander, estamos intentando construir un escenario plural, abierto y no excluyente, que permita avanzar en la búsqueda de la superación del déficit de democracia en la región y permita reconciliar la actividad política y a sus actores con la sociedad
CÓMO HACER POLÍTICA
Por: ANGEL ALIRIO MORENO MATEUS
Por estos días en Santander, estamos intentando construir un escenario plural, abierto y no excluyente, que permita avanzar en la búsqueda de la superación del déficit de democracia en la región y que reconcilie la actividad política y a sus actores con la sociedad, construyendo presente y futuro, sin detenimiento ni reparo en las huellas del pasado, generando espacios de debate y consenso a la vez, que atienda la necesidad de proyectar al Departamento de Santander como una entidad territorial visible y competitiva a partir del inventario de sus potencialidades. Esta tarea de orden quijotesca no deja de tener sus enemigos, pues indudablemente, todo actor político tiene en su esencia la vocación de poder.
Solía decir Don Luis Enrique Figueroa Rey según los compiladores de sus memorias en “El seminarista de los ojos tristes”, que al referirse a los teóricos santandereanos, a estos “les ocurre lo de los eunucos, que saben cómo es la cosa pero no son capaces de hacerla”. Esto es lo que está ocurriendo, luego de apenas haber comenzado a estructurar una propuesta y sin tan siquiera producido el primer boletín de prensa, ya desde las trincheras de prevenidos dueños del poder burocrático y contractual, usando eunucos, se disparan dardos cargados de veneno en defensa de las migajas de poder que tienen con las que contribuyen a alimentar la escasa educación y la desatención de la satisfacción de las necesidades básicas de la gente y la corrupción.
“Los David” no son una nueva pelea entre santandereanos, en símil a la batalla de Palonegro o de “La Culebra Pico de Oro”
Si nos hubiese tocado vivir la época del seminarista de las memorias, seguro se hubiera referido a “Los David” no como una nueva pelea entre santandereanos, en símil a la batalla de Palonegro, la que narraba de acuerdo al pedido de quien quisiera escucharla, ganando los liberarles o los conservadores y los episodios de la matanza de los alemanes por “La Culebra Pico de Oro”. Cuanta falta hace que en Santander se construyan espacios de discusión, disertación y búsqueda de consensos para definir qué tipo de entidad territorial queremos además de la definida en el marco normativo. Si vamos bien como estamos o debemos cambiar el rumbo. Si estamos bien gobernados, o por el contrario lo hemos sido al capricho de quienes han detentado el poder público como propio, incorporando a su propiedad privada y a veces familiar el presupuesto, la nómina y los cargos de elección comprados con esos mismos recursos.
Hacer política no es fácil en un escenario tan hostil como el nuestro. Pero como la política se hace pensándola y haciéndola, creo que todavía tenemos oportunidad de hacerla sin descalificaciones, sin pensamientos eunucos, esforzándonos por edificar cultura ciudadana, que modifique a la vez, la cultura institucionalizada del concepto de que lo público es del gobernante de turno, que se recupere la definición de que lo público es de todos los ciudadanos. Yo invito, a que ahora que estamos construyendo la paz y ello pasa por la participación política, seamos convocantes para que en conjunto con la ciudadanía y de manera especial la dirigencia política, se ejerza oposición a todos aquellos fenómenos relacionados con la corrupción, la impunidad y las malas prácticas políticas y sociales, propendiendo por la transparencia. Hay un cambio de época, cambiemos y adecuémonos a la nueva época.
Los eunucos, saben cómo es la cosa pero no son capaces de hacerla