1. Revisa e imagina
Lo primero que debemos hacer es llevar a cabo una revisión profunda del estado de la vivienda. Comprobar revestimientos, tuberías, instalaciones, suministros... Mirar qué es lo que necesita un cambio o reparación, para evitar posteriores complicaciones.
Además, deberemos pensar en nuestros gustos y, sobre todo, necesidades; En cómo queremos que sea nuestra casa; Si necesitamos más luz, más espacio, más almacenaje, si queremos un estilo clásico, moderno, rústico, minimalista... Para ello, lo mejor es consultar fuentes expertas y pedir el consejo de amigos y familiares.
2. Infórmate
Antes de comenzar a realizar ningún cambio, debemos informarnos de los permisos que podemos necesitar. Para ello, consultaremos al Ayuntamiento de nuestro municipio sobre las posibles licencias urbanísticas obligatorias para poder obrar. Estas dependerán si las obras son menores (sustitución de revestimientos, de baños, de elementos decorativos...) o mayores (aquellas que afectan a la fachada, paredes maestras...).
Además, debemos tener en cuenta que las diferentes Comunidades Autónomas nos pueden proporcionar ayudas para la rehabilitación de nuestra vivienda, pudiéndonos desgravar hasta el 10% del IRPF.
También tendremos que ver el presupuesto con el que contamos a la hora de obrar y si necesitaremos que nos financie una entidad bancaria. Si es que sí, comprobaremos las ventajas e inconvenientes de unas y otras hasta encontrar la que más nos convenga.
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