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Los hijos del presidente Uribe se apoderan del reciclaje en Colombia. El padre creó una ley que les permitiera una empresa monopolio a los dos muchachos
Papi Álvaro diseño la ley, el congreso se la aprobó y a una velocidad extraordinaria se creó la compañía Ecoeficiencia. Se trata de de una organización privada con desaforado ánimo de lucro, dedicada hacer dinero. Aparecen como dueños los “visionarios” hijos del presidente, quienes cuentan con decenas de asesores gubernamentales disimulados para no ir a fallar. Sus ejecutivos vienen firmando convenidos a todo lo largo y nacho del país, con la gran industria, para apoderarse del manejo de los residuos reciclables. La meta gubernamental es concentrar en la familia presidencial todo el reciclaje, la que antes permitían la subsistencia de miles de familias de bajos recursos en Colombia. El reciclaje, gracias al la ley creada por el presidente Álvaro Uribe, será beneficiar exclusivamente sus dos hijos.
Las noticias procedentes de Barranquilla indican que “Más de treinta familias quedaron en la calle, en la absoluta miseria sin ninguna perspectiva de ingresos para su mísera subsistencias. Se trata de hogares muy humildes conformadas en su mayor parte por madres cabeza de hogar y limitados físicos, que compraban el material reciclable a las empresas en Barranquilla y que ahora no lo pueden hacer. La situación de desastre social aparece cuando los industriales se vieron obligados por el gobierno a firmar convenios con la compañía Ecoeficiencia, de propiedad Tomás y Jerónimo Uribe, hijos del Presidente”. A los recicladores de Colombia los han dejado sin trabajo, sin comida, sin techo y sin ingresos porque su tradicional dedicación ahora es de los voraces hijos del presidente Uribe.
“Poco a poco los vástagos del mandatario se van adueñando impunemente del país, sin que nadie se atreva a preguntan de dónde dos mozalbetes, quienes nunca han trabajado en nada, están invirtiendo montañas de dinero en todo, especialmente de los negocios que desde la presidencia le diseñan”. Ya son varios los casos, Colombia no olvida por ejemplo lo sucedido recientemente en un pueblo cercano a Bogotá donde las obras del gobierno fueron para su usufructo y especulación económica. Tampoco olvida como hace un tiempo la ministra de comunicaciones declaró a los ven vendedores de minutos como gente “fuera de la ley” y alcanzó a proyectar una empresa que se apoderara de los ingresos de los miles de “minuteros”. La idea se está volviendo a considerar en el alto gobierno para los hijos del presidente. Si le pagan tributo a Tomás y Jerónimo es posible que los dejen vender minutos. ¿Por qué no invertirán en la industria bancaria, en la de gaseosas, en la cervecera?
Los recicladores de Colombia ya notendràn en donde trabajar para conseguir su sustento ya que los desechos se los quitaron desde la presidencia
No hay una estadística exacta de cuántos colombianos van a resultar perjudicados con la operación de la empresa “Ecoeficiencia”, pero si la certeza de que podría pasar del millón de hambrientos y miserables que quedarán de frente a la posibilidad de ingresar a las filas del delito: Guerrilla, paramilitares, narcotraficantes, parapolítica y delincuencia común. Según el gobierno, el desempleo está en 12.6 por ciento, un año atrás estaba en el 12.1 por ciento, pero eso no tiene importancia si los hijos del presidente tienen, solos ellos, todas las posibilidades de hacer dinero en base de esa desgracia nacional. Los colombianos que tenían trabajo por “cuenta propia” con el reciclaje ya no lo poseerán, como tampoco habrá para ellos la posibilidad de llevarles un pan, una muda de ropa o educación adecuada a sus hijos. “Los visionarios” hijos del presidentes, Tomás y Jerónimo, apoyados leyes creadas para ellos por su padre o sus subalternos, coparán las posibilidades de todos los recicladotes de Colombia. ¿De dónde saldrá el dinero para tanta inversión en tan grandes empresas?
Me vienen a la memoria recuerdos: Hubo en mi departamento hace algún tiempo un hombre que era un delincuente de siete suelas. El fruto de sus crímenes nunca los invirtió a nombre suyo. Con bastante frecuencia aparecían empresas a nombre de sus hijos y sus familiares, pero los muchachos nunca se podían acercar a su manejo. El padre delincuente le tenía administradores de la misma calaña suya a cada una de las “empresas”. Ellos eran simplemente los dueños en el papel, en la realidad el padre. Recuerdo como un niño de esos, a los cinco años, era dueño de una finca de mil hectáreas, con café, cacao, ganado y otra cantidad de cosas como coca. Con el resto de sus hermanos, siete en total, que no pasaban de los 18 años, eran los mejores “visionarios” de la época. Empresarios de lujo.