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A lo largo del 2011, se han recibido señales encontradas sobre el grado de recuperación económica del mundo desarrollado. Mientras en Estados Unidos se habla de la revitalización de su sector automotriz, se registra con preocupación la menor rentabilidad bancaria ante el efecto combinado del "desapalancamiento" en materia de endeudamiento de los hogares y de un marco regulatorio más estricto.
En el caso de la Zona Euro (especialmente España) y de Gran Bretaña, el lento "sinceramiento" en los precios de las viviendas amenaza con generar una recaída hipotecaria, lo cual podría tener graves consecuencias sistémicas si, por ejemplo, en vez de requerirse recapitalizaciones de US$20, 000 millones resulta que se requiere el triple, como lo han ya sugerido algunas calificadoras de riesgo.
En medio de esta incertidumbre resulta útil evaluar cuáles han sido los avances regulatorios a nivel global y cuáles sus posibles impactos. Ya hemos mencionado cómo la "Comisión Independiente de la Gran Bretaña" y la Ley Dodd-Frank en Estados Unidos apuntan en la dirección de requerir más capital tangible (Tier-1) y cómo ello podría frenar la recuperación crediticia y del PIB-real, pero ese podría ser el costo de poder enfrentar mejor los ciclos económicos ante el fracaso de la llamada autorregulación.
The Economist (Mayo 14, 2011) menciona, en un reporte especial, los avances regulatorios en varios tópicos de gran importancia. Aquí resaltaremos tres áreas que nos han parecido novedosas y con potenciales efectos de envergadura en el horizonte 2012-2019 para el sector bancario a nivel global.
El primer tema tiene que ver con las dificultades que enfrentarán los reguladores-supervisores a la hora de aplicar la llamada "Regla Volcker", a través de la cual se busca una completa separación contable y operativa entre el módulo de intermediación bancaria y el de la banca de inversión. El riesgo consiste en que el regulador-supervisor puede terminar pasando del umbral de producir un concepto de origen "macro-prudencial" a uno que, en la práctica, se convierte en el "líder" en materia de decisiones de negocios.
Dicho de otra manera, las autoridades terminarán decidiendo cuáles "innovaciones financieras" resultan prudentes (léase, permitidas) y cuáles no. Si el regulador-supervisor adopta criterios muy conservadores, pues inhibe el desarrollo del sector y a un costo cada vez más elevado, dados los incrementos de capital previstos en Basilea III. Por el contrario, si adopta criterios muy laxos, podrá ser señalado de haber ayudado a "cocinar" tal o cual crisis. Probablemente el enfoque más apropiado es el que se está perfilando en Estados Unidos: para operaciones en zonas-grises, se requerirán "colchones" de capital; mientras que en Gran Bretaña, hasta la fecha, se percibe un espíritu más prohibitivo (léase, riesgos de mayor incursión en el manejo directo de los negocios financieros).
El segundo tema que llamó nuestra atención se relaciona con la forma de ir construyendo un capital tangible cada vez más sólido (ver gráfico adjunto). En particular, se hace alusión a los llamados COCOS (convertible-capital-instruments). Se trata de bonos convertibles en capital-líquido, donde los reguladores Suizos (tras los fiascos del Credit-Suisse y UBS) buscan que estos representen hasta un 20% del capital total. Otra alternativa es buscar instrumentos para convertir deuda de largo plazo en capital-tangible (un esquema de bail-in). Para bancos globales y grandes, se habla de ensanchar los "colchones" tipo Basilea-III (superando el 2% del equivalente en índice de solvencia, es decir, más del 10% en el total del capital sobre activos ponderados por riesgo).
Por último, aparece el complejo tema de "subsidios cruzados" al interior de los servicios bancarios. Como es sabido, la "banca universal" busca su tamaño óptimo a través de utilizar las sobre-ganancias de unos servicios para subsidiar las pérdidas en otras áreas. El problema surge cuando el regulador-supervisor considera que el cobro de comisiones debe abolirse o controlarse, pues entonces esa ventaja de tamaño y de "subsidios cruzados" desaparece. Esto podría afectar la prestación de servicios de cuentas corrientes o de ahorros a los estratos bajos, por no poder cobrarle a los estratos altos, etc.
Por lo aquí discutido, resulta claro que no siempre mayor regulación-supervisión a ultranza es la solución frente al manejo "macro-prudencial". La tarea del FSB (con G-20, BIS y multilaterales a bordo) será encontrar un punto intermedio. Solo de esta manera los gobiernos evitarán ser acusados de "estar gerenciando los bancos", de una parte, o de no haber hecho nada mientras se inflaban las burbujas hipotecarias y crediticias, de otra parte, tal como ocurrió durante el periodo 2000-2007 en el mundo desarrollado.