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La prolongada crisis internacional (2007-2012) hace temer por una recaída internacional durante el presente año. En el caso de los Estados Unidos, su PIB real se contrajo un -3.5% en 2009, después de un crecimiento cercano a cero el 2008 (-0.3% anual). Aún con crecimientos del 3% en 2010 y del 1.7% en 2011, su PIB estará un 10% por debajo de su tendencia precrisis. Ello ha implicado duplicar las tasas de desempleo en los Estados Unidos, alcanzando niveles del 10% en su peor momento (octubre de 2009), aunque en los inicios de 2012 parece estarse perfilando al rango del 8% al 8.5%.
En el caso de Europa, se tuvo una contracción del producto del -4.3% en 2009 y ahora se enfrenta una elevada probabilidad de repetir la fase recesiva, en el rango del -0.5% al -1% durante 2012. La tensión socialfiscal ha sido prolongada, manifestándose en movimientos globales de "jóvenes indignados" que enfrentan tasas de desempleo abierto en el rango del 25% al 50% frente a un promedio de la zona de un 10.7%.
Tal vez la peor situación la enfrenta España, donde sus jóvenes, protestando en la Puerta del Sol enfrentan tasas de desempleo del 53.5%; también en Roma, con tasas del 28.2% y los jóvenes en Estados Unidos una del 19.5%. En Colombia, donde se habla de los grandes progresos en este frente, la tasa de desempleo juvenil promedió un 19.6% a lo largo de 2011. Como se ve, la norma durante esta crisis ha sido que los jóvenes multipliquen por dos y tres veces la tasa nacional de desempleo, ¿será este un cambio coyuntural o estructural?
En España, la tasa de desempleo juvenil ya era del 22% en la precrisis (el doble de la nacional) y ahora se observan múltiplos de 2.5 (23% nacional vs. 57% juvenil). En Italia ese múltiplo se ha elevado a 3.5 veces (8% nacional vs. 28% juvenil) y en Estados Unidos a 2.2 veces (8, 3% nacional vs. 19% juvenil). Lo sorprendente es que ese múltiplo en Colombia, en el mejor momento de su crecimiento en 2011, arroje múltiplos cercanos a dos (11% promedio nacional vs. 20% promedio juvenil).
La zona europea ha reaccionado endureciendo sus políticas inmigratorias, pero sus propios jóvenes han optado por buscar mejores horizontes fuera de ella. Por ejemplo, España parece que observó una salida neta de unos 40.000 jóvenes durante 2011, especialmente hacia Alemania, la mayoría de ellos profesionales. Italia "expulsó" laboralmente unos 150.000 en 2011, aunque es difícil conocer su efecto neto. Estos factores de emigración neta de mano de obra calificada joven podrían estarse agravando, dada la oferta creciente y la demanda decreciente en la zona euro (ver The Economist, septiembre 3 de 2011).
De otra parte, el desempleo estructural para mano de obra no calificada tiende a agravarse por cuenta del progreso tecnológico. Por ejemplo, en Estados Unidos, la tasa de desempleo para graduados inclusive se elevó del 2.9% al 4.3% durante la última década (+1.4pps). Sin embargo, en España lo que se observó fue un descenso del 8.9% al 6% (-2.9pps), pero como se ve ahora la coyuntura 2011-2012 ha tendido a agravar las cosas, produciendo emigración neta de la mano de obra calificada.
En conclusión, la situación del mercado laboral juvenil a nivel global ha ido empeorando y parece tener no sólo visos de carácter coyuntural, sino también elementos estructurales. Como vimos, sus multiplicadores de desempleo por encima de la media nacional han fluctuado en el rango de 2-3 veces y, aún en países con buenos crecimientos, se mantienen en niveles cercanos al 1.8 (caso de Colombia). La tercerización ha sido una respuesta a los sobrecostos no salariales; la tecnología "destruye" empleos operativos repetitivos; sólo los jóvenes con mayor capacitación estarán en capacidad de encontrar empleos formales a término fijo. Las soluciones estructurales no son fáciles de implementar, pues incluyen mejorar la calidad educativa a nivel internacional, reducir los costos de contratación para flexibilizar el enganche de los jóvenes, entre otros. Para Colombia este desafío es mayúsculo, pues aún en épocas de buen crecimiento se tienen tasas de desempleo del 11% a nivel nacional y del 19% entre la población joven, razón de más para acelerar el tren de las reformas estructurales.