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El periodismo cubano está en deuda con el periodismo realizado por José Martí y sus contemporáneos. Nos vanagloriamos de ser martianos y creamos el día de la prensa cubana en homenaje a la creación del periódico Patria. Pero el mismo periodismo humano que se hacía en el siglo XIX, es el que hoy no se hace en Cuba. Los periodistas cubanos de la actualidad no están escribiendo la historia actual de nuestra nación. Eusebio Leal alertaba hace poco que la historia de Cuba está por reescribirse. De acuerdo. Nos molestábamos con Alfredo Guevara cuando nos echó en cara que debíamos ser más periodistas.
Por ejemplo, escojamos la noticia de la elección de un delegado de circunscripción. Ha sido elegido alguien, pero cómo fue elegido, por qué fue elegido, para qué fue elegido, qué va a suceder desde su elección, cuáles son las consecuencias de su elección, qué criterios tiene, qué problemas se lleva anotados en la agenda, cuál es su estilo de trabajo, cómo conocerá los problemas de su barrio.
El periódico es un termómetro de la sociedad que ha olvidado que los medidores fundamentales del calor social son el por qué y el para qué, los cuales aprendemos en el primer semestre de la carrera y que después olvidamos los otros nueve semestres que dura ese secuencia de talleres de superación que llamamos licenciatura.
Hemos olvidado el yo presencial, la subjetividad contextualizada y recurrimos a un objetivismo aislante que deshumaniza a la noticia que despersonaliza a la situación de la profesión. También hemos olvidado ¿Cuándo una información es importante? ¿Cuál es la mejor manera de contarla? ¿Es esa información parte del contexto-momento histórico?
Los periodistas cubanos deben tener más de una interrogante a contestar. Como si estuviéramos en el banquillo de los acusados debemos poner a debate el modo de hacer de cada uno de nosotros, la manera de contar, las formas de preguntar, el mecanismo de redacción, la rutina de trabajo.
En el más reciente debate realizado en la sala de redacción de nuestro medio "el artemiseño", llegamos a la conclusión de que el más grave problema de la prensa cubana es la DEPENDENCIA. Pero, ¿a qué se debe? El periodista cubano de la actualidad carece de recursos, de salario, de medios materiales de oficina, de equipo tecnológico. Por ello, para resolver, se compromete y ese compromiso hace que la visión crítica, como misión de una prensa digna de una gran Nación, disminuya o desaparezca. En la actualidad se exponen las causas internas o externas de un problema, se describe, se cuenta, pero qué decimos de sus consecuencias. Es importante para rescatar la legitimación de nuestra profesión volver a lo que es importante, lo cual es aquello en lo que todos coincidimos, en beneficio del debate público es necesario eliminar el chisme, no apoyar el cotilleo, no ser partícipes de la vulgaridad ni del voyerismo.
La prensa que en el mundo es el cuarto poder, en Cuba nos es más que una dependencia de un tipo de poder. Los periodistas oficialistas son dependientes de una hegemonía de diferentes, de dirigentes diferenciados por la mayor o menor apropiación de medios públicos para beneficios personales.
Lo periodistas dependen de quien les paga, una situación que se repite en el mundo entero. National Geographic es una excepción con periodistas que se encausan en trabajos con meses de preparación y con verdadero compromiso. Pero hay que tener en cuenta que a cada periodista de esa revista le pagan muy requetebién. En Cuba dependemos de quién y qué nos calla.
El mecanismo administrativo para liberal la toma de decisiones que solucionarán varios de los principales problemas de la sociedad con manos propias y no con poderes institucionales, no existe o está demasiado centralizado.
Journalist, periodista
Vean este ejemplo de La letra incómoda: El reportero A elabora la nota informativa y se la presenta al superior B, quien ante la duda consulta con el Jefe de Redacción C; este no se decide y acude al Subdirector Editorial D, quien pone en manos del director E la decisión final. El director E levanta el teléfono para conversar con F, el funcionario de guardia en el edificio central; E finge un pensamiento después que cuelga, y le comenta al Subdirector Editorial D que ha decidido no publicar la noticia; este le comunica al Jefe de Redacción C que el material no posee interés informativo para el medio, quien a su vez le anuncia al superior B la decisión tomada. Luego, B le advierte al reportero A que si no atina en la selección de temas no cobrará el salario al final del mes.
Otro ejemplo de lo que estoy hablando: El pasado martes, 17 de marzo de 2015, Silvio Rodríguez publicó en el blog Segunda Cita, lo que fuera Editorial en el diario Tribuna de la Habana.
"Los hombres políticos de estos tiempos han de tener dos épocas: la una, de derrumbe valeroso de lo innecesario; la otra, de elaboración paciente de la sociedad futura con los residuos del derrumbe".
José Martí
No es la primera vez que chocamos contra ese muro de la subjetividad que llamamos límite, sobre todo cuando tal obstáculo es impuesto por sujetos devenidos decisores por determinadas circunstancias y actúan como si vivieran en el Olimpo homérico al establecer fronteras para el uso de la información.
No les corresponde determinar los perfiles editoriales establecidos, ni interferir en cómo deben aplicar la especialidad comunicacional aprendida por los profesionales de la prensa. Consideran que "pueden" decidir cuándo publica. Incluso, observan lo publicado, se molestan y deciden nuevas pautas, a partir de conceptos que no aparecen en ninguna regulación del periodismo cubano.
Se escudan en factores objetivos como la presión real ejercida por las continuas agresiones de todo tipo y especialmente mediáticas contra nuestro país, la vigencia del genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos.
Tal actitud no se corresponde con los nuevos tiempos, que nos convoca a desterrar el antidialéctico concepto del secretismo que se perpetúa, o mantiene vigencia, bajo el síndrome del misterio (inoperancia, por no decir ignorancia u otro término para definirlo), cuando el periodista o el fotorreportero pretende cumplir su trabajo, dentro del perfil editorial de la publicación para la cual labora.
Esas llamadas exuberantes, detrás de un buró, a la redacción de un periódico, resultan arcaicas y molestas cuando no aportan, sugieren, apoyan, esclarecen, ayudan, porque obligan a pensar de qué lado está el deber, como diría José Martí.
¿Cómo pretender decidir cuándo, en qué momento, resulta conveniente la hora cero para dar a conocer una información relacionada con una obra de interés público, del patrimonio nacional que, por demás, se ejecuta ?con un nuevo propósito, también? frente a los ojos de la ciudad?
Nadie es propietario de la información. Es absurdo ocultar lo que es público y sobre todo el derecho ciudadano a conocer lo ocurrido en su territorio. De la misma forma que la prensa no debe develar determinada información sensible a la defensa y la seguridad del país, como está regulado en nuestra Constitución.
Cada vez debemos retomar las palabras de Raúl, cuando señala lo que a los medios de comunicación les falta.
El periodismo siempre ha sido una fusta, cuando se emplea con la razón y al servicio de la verdad, contra todo lo oscuro que impida ver la luz, esclarecer, informar, sugerir, polemizar...
Precisamente el debate generado previo al VI Congreso del Partido, posibilitó perfeccionar, ahondar y sugerir nuevas cuestiones que podrían estar fuera de los Lineamientos discutidos y aprobados.
De manera que constituye una obligación y un deber ofrecer las informaciones que interesan a la población.