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Hay momentos en que nos sentimos solos. Sin embargo, Dios nos acompaña. Él nos ayuda en momentos de crisis. No puede perderse este apasionante artículo
Ps. Fernando Alexis Jiménez
Estaba enfermo. "Es un tumor", dijo el médico que lo atendió en la clínica. Lo expresó con una actitud impasible. Sin duda estaba acostumbrado a dar ese tipo de diagnósticos. Y también es probable que hubiese visto muchos rostros apesadumbrados como el de José Aníbal Buendía Arango, cuando comprobó por si mismo la gravedad de la protuberancia que, además de dolorosa, iba tomando una forma mayor en su estómago.
Meditó en su vida. Era un cristiano fiel. No faltaba a ningún servicio de la iglesia. Pero más que alguien con una Biblia bajo el brazo que tiene asegurada su membresía y es creyente que ofrenda y diezma con asiduidad, estaba su vida personal. Era de buen testimonio. Lo atestiguaban sus familiares y amigos. Se preguntó con desesperación: "¿Por qué tiene qué ocurrirme a mi, y ahora, Dios mío?".
Un rápido examen a los sucesos de los últimos días le llevó a reconocer que había sido afortunado al ir al médico con rapidez. Razonó: Dios no lo dejaría solo en ese tránsito difícil.
--Me someteré a la operación—dijo aunque, desde su estado de ánimo apocado sentía que escuchaba las palabras desde la distancia y le parecía increíble que salieran de sus labios.
Sentía nervios pero se preparó en oración. No dejó de hacerlo. Clamó con insistencia. Sabía que su única fortaleza estaba Dios. Nadie más podría hacerlo.
La tumoración fue extirpada. Las muestras sobre el tejido interno estomacal revelaron que ya no había peligro. El médico siguió impasible, aún después de la intervención quirúrgica. "Todo salió bien", diagnostico. José Aníbal entendió que sólo el Dios de poder en el que había creído, era capaz de obrar un milagro así.
El Señor nos acompaña en todo momento
En la Biblia leemos una frase de confianza en la compañía y ayuda permanente del Señor. "Aún si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado: tu vara de pastor me reconforta" (Salmo 23:5. NVI).
Si bien es cierto los problemas asaltan nuestra tranquilidad y la enfermedad amenaza con robarnos la paz, es en Dios en quien debemos confiar. Una es la voz que diagnostica la ciencia médica, muchas veces contraria diciéndonos que no hay salida. Otra bien diferente es la voz que proviene de Dios y que nos invita a estar tranquilos: "El SEÑOR es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre" (Salmo 23:1-3. NVI).
Ése es el Dios en quien hemos creído. Un Dios que está a nuestro lado, nos acompaña como un Padre amoroso y desea lo mejor para usted y para mi.
Tenemos confianza de que obrará milagros a favor nuestro. Por esa razón, oramos en la certeza de que se producirá la respuesta. ¡Hoy es el día para su milagro! No cese de clamar delante de Dios Padre.
Si desea que le ayudemos a interceder, escríbanos ahora mismo...
© Fernando A. Jiménez. – Contacto (057)317-4913705
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