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Donald trump se enfrenta al Impeachment (o juicio político) que le dejará KO

14/02/2017 05:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El Impeachment (o juicio político) es la única forma de destituir al presidente que en sólo una semana parece destruir a EE.UU. pedazo a pedazo. La destitución la desean hoy una mayoría de los ciudadanos de EE.UU. porque es evidente que Trump no vale para la presidencia. Pero se necesitan pruebas f

 

Acaba de llegar y ya son muchos los que quieren que se marche. Tanto, que la palabra 'impeachment', esa que se refiere al proceso que podría forzar su dimisión, le acompaña incluso desde antes de ser elegido. Ese es el panorama que rodea a Donald Trump a menos de dos semanas de haber asumido el cargo de presidente de EE.UU. Y las polémicas que no paran de florecer a medida que pasan los días, no es que le ayuden precisamente.

Uno de los pocos que sí creyeron que Trump ganaría y que se atrevieron a decirlo públicamente es el profesor de la Universidad de Washington Allan Lichtman. Lleva 32 años acertando el nombre de los que serían los inquilinos de la Casa Blanca y esta vez también acertó. Ahora acaba de hacer otra predicción en The Washington Post: "Los republicanos no quieren a Trump como presidente, porque no pueden controlarlo." Es impredecible (...).  Estoy seguro de que Trump ha dado motivos para su destitución, ya sea haciendo cosas que pusieron en peligro la seguridad nacional o que ayudaron a su bolsillo o el de su familia".

Entonces, ¿si prosperara un 'impeachment' a Donald Trump esto implicaría su final inmediato? La respuesta es no. El proceso es largo y que se inicie no tiene que significar necesariamente el final de la presidencia del magnate.

1.- Este juicio político aparece recogido en la Constitución de EEUU, que determina que el presidente y vicepresidente y cualquier cargo electo de EEUU serán retirados de su cargo por 'impeachment' "en casos de traición, soborno u otros delitos graves y faltas". 

2.- Al ser los términos "delitos y faltas" bastante ambiguos, se requiere un acuerdo político. La decisión de poner en marcha el proceso recae en el Congreso y en un consenso entre sus miembros de que el presidente en cuestión se ha pasado de la raya.

3.- Si hay consenso, el presidente del comité judicial de la Cámara pone en marcha una investigación sobre las posibilidades del 'impeachment'.

4.- Si el comité así lo valora, plantea al resto de la Cámara de Representantes los cargos del 'impeachment' y la Cámara debate y vota en cada uno de los 'artículos' del 'impeachment', es decir, en cada uno de los cargos.

5.- Con una mayoría simple que considere uno solo de los cargos susceptible de 'impeachment', el proceso sale adelante y el presidente resulta imputado.

 

Senado

1.-Empieza el juicio en el Senado.

2.- El presidente no suele comparecer, sino que está representado por sus abogados. Son ellos los que se enfrentan a la preguntas del fiscal, que a su vez ha sido elegido por la Cámara Baja entre sus representantes.

3.- El juez del juicio es el jefe del Tribunal Supremo y todos los congresistas hacen de jurado.

4.- Los senadores son los que votan si el presidente debe dejar el cargo. Se necesitan dos tercios de la totalidad del Senado para echar a un presidente de la Oficina Oval.

 

Wikileaks  ofrece publicar la declaración de impuestos de Donald Trump si se le hace llegar

Sólo hace falta echar un vistazo a la historia reciente para percatarse de que, ni con un 'impeachment', hay garantías de que Trump deje el cargo. En el caso de que haya un abuso de poder financiero por parte del millonario Trump, Julian Assance, el jefe de Wikileaks está dispuesto ha publicar globalmente todos los detalles financieros del presidente, que pueden ser decisivos para el " impeachment" .

 Varios presidentes de Estados Unidos se han enfrentado a este proceso. El primero, el demócrata Andrew Johnson lo hizo en febrero de 1864, cuando fue acusado por destituir a su Secretario de Guerra, Edwin M. Stanton.En 1974, el Congreso iniciaba los preparativos para un 'impeachment' al presidente Richard Nixon cuando el republicano presentó su dimisión por el escándalo del caso Watergate.

El escándalo Watergate ocurrido en la década de (1972-1975) que rodeó la revelación de actividades ilegales por parte de la administración republicana el presidente Richard Nixon durante la campaña electoral de 1972-1970, - que terminó con la dimisión del presidente Richard Nixon- fue la mayor conspiración política en la historia presidencial de Estados Unidos. En la madrugada del 17 de junio de 1972, un guardia de seguridad del Complejo Watergate de edificios sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, advirtió que alguien había penetrado en el edificio burlando los controles de entrada. Los 5 intrusos habían robado documentos e intentado intervenir las comunicaciones dentro de la oficina del Comité Nacional del Partido Demócrata, la sede del principal partido de la oposición.Pero la existencia de cintas magnetofónicas incriminatorias del presidente y su negativa a ponerlas a disposición de la justicia llevaron a un duro enfrentamiento entre el ejecutivo y el judicial. 

Los cinco principales sospechosos todos ellos, era miembros de la Operación 40 de la CIA. Su jefe, James McCord, era el director de Seguridad del Comité para la reelección de Nixon y funicionario del FBI y de la CIA, donde era el encargado de la seguridad física del Cuartel General en Langley; los otros cuatro hombres eran agentes de la CIA. El FBI encontró conexión entre los ladrones y dinero negro utilizado por el Comité para la Reelección del Presidente (CRP), la organización oficial de la campaña electoral de Nixon y el Partido Republicano.

 En julio de 1973, gracias a los testimonios de antiguos funcionarios y personal de Nixon, las investigaciones realizadas por el Comité Watergate del Senado de Estados Unidos revelaron que Nixon tenía en sus oficinas un sistema de cintas de grabación y que muchas conversaciones de personajes demócratas habían sido grabadas por instigación del presidente Nixon el cual intentó de encubrir el robo, pero fue descubierto "in fraganti" sobre la conspración.  La Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó 13 meses después por unanimidad que el presidente debía entregar las cintas a los investigadores gubernamentales, a lo que tras muchos argumentos, batallas legales y una crisis institucional Nixon finalmente accedió. Las grabaciones implicaban directamente a Nixon en el caso con "maniobras sucias".El  presidente fue objeto de un Impeachment («proceso de destitución») por parte de las dos cámaras del poder legislativo del Estado, y Nixon tuvo que renunciar a la presidencia el 9 de agosto de 1974.Una semana después, su sucesor, el también republicano Gerald Ford, le concedió el perdón presidencial.

Dos periodistas del Washington Post, llamados Carl Bernstein y Bob Woodward, investigaron para desenredar una compleja maraña cuyos hilos apuntaban a la Casa Blanca a través del Comité para la Reelección del Presidente (CRP) de Richard Nixon. Los periodistas recibieron la ayuda anónima de un informador que se hizo llamar Deep Throat (Garganta Profunda), cuya identidad no fue revelada hasta treinta y tres años después del escándalo.

 

El más reciente lo sufrió el también demócrata Bill Clinton, en diciembre de 1998, por la polémica suscitada por el caso Lewinsky y por haber mentido en las sesiones de control del Congreso sobre este asunto. Ambos procesos fueron aprobados por la Cámara de Representantes, pero rechazados por el Senado. 

Y entonces, ¿qué pasa con Trump? ¿Cumple los requisitos? Hasta el día de hoy ha dado ya motivos de sobra para que se inicie el proceso en su contra, pero juega con un factor a su favor: su partido, el republicano, con mayoría en las dos Cámaras, lo que dificultaría que el 'impeachment' saliera adelante. "Trump sabe que juega con ventaja. Los republicanos son un partido muy unido, por lo que sería raro que se la jugaran ahora, les perjudicaría mucho. Tiene que pasar algo muy gordo más  para que den el paso. La clave puede estar en sus negocios", explica a El Huffington Post Alana Monceri, profesora de la  Universidad Europea de Madrid. Otra cosa distinta es qué pasará en 2018, cuando los demócratas tendrán la oportunidad de recuperar el control de la Cámara.

Los próximos días serán, sin duda, críticos. Trump sigue sin presentar su declaración de impuestos y el hecho de que durante la primera rueda de prensa que ofreció después de su elección dijera sin tapujos que si quisiera podría dirigir sus empresas y ser "presidente al mismo tiempo", dice mucho de sus intenciones. De momento ha comunicado que ha cedido el "control total" de su imperio inmobiliario a sus dos hijos varones, Eric y Donald Jr, y considera que con eso ya evitará los conflictos de intereses con su nuevo cargo de presidente de Estados Unidos. Sin embargo, ahí está la Constitución, en la que se prohíbe muy claramente que cualquier persona con un cargo electivo perciba "emolumentos" -una remuneración adicional que corresponde a un cargo o empleo- provenientes de países extranjeros. Esto hace que la opción ideal, según Moceri, es que Trump venda su Organización. "¡Si hasta Jimmy Carter tuvo que vender su finca familiar para asumir su cargo o,  Rex Tillerson, nominado por Trump para ser secretario de Estado, está vendiendo sus acciones en Exxon Mobil!", señala la analista.

El presidente electo de Estados Unidos tiene, a día de hoy, participación en 500 empresas ubicadas en diferentes países, por lo que hay quien estima que puede usar su nuevo cargo para beneficio propio o de sus socios. Trump insiste en que se alejará de sus negocios, pero expertos en ética consideran que podría sentirse tentado de ajustar las normas, los impuestos y la política exterior del país para beneficiarse él mismo o a sus socios comerciales. Otros gobiernos podrían tratar de influenciarlo favoreciendo o perjudicando los negocios que pueda tener en esos países.

La gestión de sus negocios sigue siendo, por tanto, un interrogante demasiado grande como para que pase inadvertido y no genere desconfianza. De ahí que, junto a las polémicas que suma desde el mismo día que anunció su candidatura -allá por julio- hacen que el 'impeachment' siga apareciendo vinculada a su nombre. Pero la historia ya ha demostrado que es complicado aventurar qué puede pasar. Eso sí, Trump va sumando cada vez más puntos para que se abra el juicio contra él y, si sigue como hasta ahora, tarde o temprano se iniciará algún proceso. Otra cosa será el desenlace... Ya se sabe, hablamos de Trump y con él todo puede pasar. 

E incluso los republicanos ya están abandonando en masa a su presidente porque el hombre es psiquiátricamente incapaz de comprobar si algo es legal o no antes de hacerlo. Pero resulta que lo hace.

La destitución avanza en la mente de  las masas  porque Trump mismo ha probado que no sirve. Los adultos que rodean a Trump, hasta los que le sirven con una lealtad que roza la esclavitud,  pasan la mitad de su tiempo tratando de frenarlo, pero es imposible. La otra mitad del tiempo la emplean respondiendo a llamadas frenéticas de líderes republicanos, élites empresariales y dirigentes extranjeros. ¿Que Trump ha hecho qué...? El pobre Reince Priebus, su jefe de Gabinete, ya ha llegado a la cima del poder y no va a ser divertido.

Una cosa es vivir en tu propia realidad cuando eres candidato y sólo son palabras o amenazas. Puedes engañar a las suficientes personas durante el tiempo suficiente como para que te voten. Pero cuando eres presidente e intentas gobernar a tu manera,  la realidad te llama al orden.

Una por una,  Trump ha decretado órdenes por capricho que no han sido revisadas por juristas, ni por expertos gubernamentales ni refrendadas por responsables políticos.Nada de lo que ha hecho, ha sido objeto de una planificación meditada. Casi de forma inmediata se ve obligado a dar marcha atrás gracias a una combinación de presión política y legal. Y la realidad.

A diferencia de las dictaduras que Trump sigue, la compleja red de medidas constitucionales legales y políticas contra la tiranía todavía funciona en Estados Unidos (a veces le cuesta, pero funciona). Y cuanto más imprudente es el comportamiento de Trump, más se refuerzan las medidas erróneas.

 Con su esfuerzo lunático estableció la prohición de refugiados de forma selectiva de algunos países musulmantes (pero no de todos los países musulmantes -es decir de paises terroristas ). Pero exceptuó aquellos, más de la mitad, no porque no tengan terrroristas sino, porque en  algunos como Arabia Saudí, Egipto  y otros, Trump tiene intereses importantes comerciales ). Así el presidente  ha descubierto que el sistema norteamericano tiene tribunales. Es difícil imagínarselo.Cuanto más trastornado se muestre, menos jueces conservadores ligarán con las políticas republicanas (como hasta ahora solían hacer). ¿De verdad alguien piensa que el Tribunal Supremo va a ser la puta de Trump?.

La semana pasada, algunos republicanos se pelearon por ver quién era el primero en rechazar la visión de Trump sobre Putin y se apresuraron a negar sus declaraciones sobre un supuesto fraude electoral. Pero ahora está el "affaire" Snowden por el cual es posible que Putin lo entregue a Trump como un favor a cambio de nada.

No saben cómo hacer para matar el ObamaCare sin matar a pacientes y sin acabar con las esperanzas de reelección. Lo cierto es que resulta complicado y los matices no son el punto fuerte de Trump. El congresista republicano Tom McClintock puso de manifiesto lo que muchos pensamos: "Mejor asegurarnos de que estamos preparados para vivir con el mercado que hemos creado. Esto va a llamarse Trumpcare. Los republicanos lo poseerán en su totalidad y seremos juzgados en las elecciones en menos de dos años".

Por su parte, el senador republicano Lindsey Graham se burló de los hábitos tuiteros del propio Trump con un mensaje en la red social en el que calificaba la guerra comercial con México como "mucho sad". 

Incluso el personal de Trump tuvo que pararle los pies en su absurda cruzada contra México y los mexicanos, en la que un día Trump obliga al presidente mexicano a  csncelar una visita oficial y al día siguiente se pasa una hora al teléfono con él "comiéndole" la oreja.

A Donald Trump no le ha sentado demasiado bien que el chef español José Andrés le haya dado la espalda tras sus declaraciones xenófobas sobre los mexicanos. Por ello, el candidato republicano a la Casa Blanca presentó recientemente una demanda en el Distrito de Columbia  por la que le reclama al chef 10 millones de dólares. La base de la denuncia se debe a que el millonario empresario y presidente considera que José Andrés ha violado el contrato que les liga profesionalmente durante 10 años, pues el chef español iba a administrar el restaurante de un hotel que el magnate iba a abrir en 2017 en Washington D.C.

Desde la empresa de Trump explican que el cocinero asturiano debía tener conocimiento de la facilidad del empresario para hacer comentarios políticamente incorrectos amparados en su ambición por ocupar el Ejecutivo del país a fines de 2016. “La postura del Sr. Andrés es curiosa teniendo en cuenta los puntos de vista que el señor Trump comparte públicamente sobre la, que se han mantenido constantes durante muchos años, y la voluntad del señor  inmigraciónTrump de proclamar abiertamente sus opiniones es ampliamente conocida”, dice la demanda, que afirma que la organización perderá millones de dólares por los daños causados al criticar al Sr Trump.

Aparte del Impeachment está la cuestión del cambio climático. Trump en contra de más de 50 países está en contra

Toda la polémica arrancó el pasado mes de junio, cuando el ahora político dijo a una multitud, durante un mitin en Chicago,  que México enviaba a Estados Unidos a “personas que tienen muchos problemas, incluidos delincuentes”, así que prometió que haría  todavía más altas las vallas y muros que separan ambos países. Declaraciones cargadas de xenofobia que pronto tuvieron consecuencias, como las críticas de artistas como Shakira o Ricky Martin, o las del propio José Andrés. Por otro lado, al magnate ha perdido varios socios comerciales por declaraciones como estas , de las que nunca se ha arrepentido de forma clara

Por su parte, la reacción del chef cuando conoció tales palabras fue la siguiente: “Las recientes declaraciones de Donald Trump menospreciando a los inmigrantes hacen imposible que mi compañía y yo podamos seguir adelante con la apertura de un costoso restaurante español en el próximo hotel Trump de Washington”.

Ahora tocará ver a quién le da la razón la Justicia por ruptura de contato, mientras Trump continúa con una campaña política que le ha sumido a él pero también a todos los candidatos del Partido Republicano en una nube de frikismo que tapa cualquier discurso político que quieran transmitir.

Nacido en Mieres (Asturias), aunque criado en Barcelona, pronto comenzó José Andrés a enredar con fogones. De tal forma, que a los quince años ya cocinaba para su familia y ahora posee una exitosa cadena de restaurantes en Estados Unidos, donde reside desde hace años e incluso tiene la nacionalidad norteamericana. Una carrera impecable que parece que el chef no quiere quemar por un negocio con alguien que se conduce como un xenófono y no es de su simpatía.

Trump afirma que defiende la  Tortura como método de seguridad

 

El borrador de una supuesta orden ejecutiva señala que el presidente Donald Trump ha pedido revisar los métodos de interrogación usados contra sospechosos de terrorismo y la posibilidad de reabrir las cárceles clandestinas que operaba la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el exterior. La orden, además, anula el compromiso del gobierno anterior de cerrar la prisión de Guantánamo, Cuba, que Obama quiso y no pudo cerrar por oponerse el Congreso.. Guantánamo funciona. 

El texto instruye a sus asesores que “entreguen al Presidente recomendaciones sobre si se debe seguir el programa del presidente George W. Bush de interrogar a terroristas extranjeros, que sería aplicado fuera de EEUU, y si tal programa tiene que incluir el uso de centros de detención operados por la CIA”. En relación con esa información, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, negó que la oficina del Presidente haya elaborado un borrador de orden ejecutiva para analizar la reapertura de las prisiones.

El borrador de la supuesta orden, titulado “Detención e interrogatorios de combatientes extranjeros” y obtenido por The New York Times y The Washington Post, contempla la apertura de las prisiones clandestinas de la CIA, establecidas tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 .

Por otro lado, Trump aseguró en una entrevista con ABC News, emitida después, que cree que las técnicas de interrogatorio utilizadas en el pasado funcionaron muy bien. Por ejemplo dijo que sus jefes de inteligencia consideran que técnicas como el “ahogamiento simulado” pueden dar excelentes resultados contra el terrorismo como se les dieron a Bush.

Trump indicó que está dispuesto a combatir “fuego con fuego” al Estado Islámico y no descartó volver a utilizar las técnicas de interrogatorio que cesaron con la llegada del expresidente Barack Obama en 2009. Si bien es cierto que Obama nunca pudo clasurar Guantánamo, como había prometido, por oponerse el Congreso.

Trump está empeñado en reinstaurar la tortura, pero los principales líderes republicanos furiosos se opusieron a esa idea. El senador John Thune afirmó que la prohibición de la tortura era una ley establecida y que muchos republicanos en el Congreso se opondrían a restaurarla. El propio secretario de Defensa de Trump opina lo mismo. Después de proclamar por todo lo alto su nueva política de tortura, Trump cedió  porque halló otros argumentos para someter a los mexicanos.

Y todo esto ¡en tan solo una semana!.  Ya hasta tal punto que  los jueces federales han empezado a frenarle.

Hace  poco, aparecieron artículos en los que proponía la constitución de una comisión para el  "impeachment" como un comité paralelo que elabore un dossier para la destitución de Trump, además de una campaña ciudadana para crear un movimiento público de "impeachment". 

La comisión Free Speech for People ha lanzado ya en estas semanas, una campaña ciudadana para destituir a Trump. Hasta el momento, más de 400 mil personas han firmado la petición.

El grupo bipartito .Citizens for Responsibility and Ethics in Washington (CREW) también ha llevado a cabo una profunda investigación. Varios expertos legales asociados al CREW han presentado un detallado informe legal que documenta las diferentes formas en que Trump sigue violando la cláusula de elegibilidad (Emoluments Clause), que prohíbe que un presidente se beneficie de las acciones de gobiernos extranjeros.

Existen muchos otros motivos para el impeachment, como por ejemplo el hecho de que Donald Trump pone sus intereses comerciales por delante de los del país y su extraña y oportunista alianza con Vladimir Putin, lo cual podría rayar en la traición. Menos conocida que la Emoluments Clause es la ley STOCK de 2012, que prohíbe explícitamente que el presidente y otros funcionarios se beneficien de la información que no es pública.

Obviamente, el impeachment es un proceso político así como legal. Los Padres Fundadores lo diseñaron así de forma deliberada. No obstante, después de una semana en el cargo, Trump no solo ha abandonado la Constitución, sino que sus aliados también le están abandonando a él.

Pese a sus repulsivas rarezas, los republicanos pensaron en un principio que podían usar a Trump para fines republicanos. Pero Trump no es republicano: lo demostró con su abrazo a Putin y con su promoción de una guerra comercial a nivel global. Es fácil imaginarse la alarma y el terror que los republicanos estarán expresando no sólo en privado.

En 1984, el psiquiatra Otto Kernberg describió una enfermedad conocida como Malignant Narcissism (narcisismo maligno), como una patología muy peligrosa. A diferencia del narcisismo convencional, esta tipología se considera un mal severo. Se caracteriza por una total ausencia de conciencia, un afán de grandezas y una enfermiza búsqueda de poder acompañados de un placer sádico por su crueldad.

Dado el claro peligro que supone para la república y para los republicanos, el impeachment a Trump ocurrirá. Queda por saber cuál será la próxima gran catástrofe a la que se enfrente América.

CAMBIO CLIMATICO(Un cuento chino) 

Es decir, la llegada de Trump a la Casa Blanca ya ha tenido una primera consecuencia negativa de gran calado: incertidumbre. En un momento especialmente frágil, en el que comienzan a asentarse las bases para la transformación revolucionaria de nuestro modelo económico para hacer compatibles prosperidad y clima, la incertidumbre es un mal enemigo. En campaña, Trump se ha burlado de manera reiterada del cambio climático, despreciado a la comunidad internacional e insultado de forma reiterada a quienes, junto con Obama, han facilitado una era de entendimiento y colaboración  cuyo fruto más evidente ha sido el Acuerdo de París.

Según un reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en inglés), el calentamiento global ha acelerado significativamente el proceso de deshielo de los glaciares, lo que amenaza con una nueva gran inundación. Los expertos afirman que los países que corren más riesgo de desaparecer son Estados Unidos y los Países Bajos.

Los cálculos de los científicos demuestran que desde 1993 el nivel de los océanos está subiendo 3, 2 milímetros anuales, mientras que anteriormente no superaba los 1, 2 milímetros. De ahí los investigadores han establecido que el año 2010 el nivel de los océanos subió de 0, 5 a 2 metros más alto que el actual. Como resultado, en los próximos 70-80 años decenas de grandes ciudades y estados costeros podrían acabar bajo el agua, informa el diario ruso 'Komsomólskaya Pravda' citando el nuevo informe del IPCC.

En la conferencia climática de París de fines del 2014 establecía como primer objetivo que el mundo no suba más de 2 grados para fin de siglo . Según el acuerdo de la cumbre del clima de París, los países que han firmando en la ONU este tratado se comprometen a rebajar sus emisiones de gases de efecto invernadero.

La idea es que, como máximo, no se llegue a superar los dos grados centígrados extras de temperatura media global por encima de los niveles preindustriales.Pero cinco relevantes científicos climáticos han denunciado  que el contenido del  acuerdo de la cumbre del clima (COP21) de París es "inconsistente" con el objetivo que persigue: evitar un aumento de temperatura superior a dos grados a finales de siglo y tratar de que no supere el 1, 5. 

Desde el primer momento que Trump oyó hablar de cambio climático se hizo negacionista.Intuyó- como  buen millonario que eso podía perjudicar su activivdad de grandes construcciones. Parecía que ahora tendría mucho menos margen para ir contra corriente del que, a priori, imaginamos le afectaba de lleno. La peor parte del boicot en torno al clima o negacionismose la llevan los americanos y quienes, en países pobres y vulnerables, confiaban en una financiación solidaria que, probablemente, no llegue a materializarse. Es dudoso, sin embargo, que ni Trump.ni los negacionistas del clima (El  presidente Bush  y José Mará Aznar están entre ellos) logren hacer naufragar la cooperación internacional en materia de clima y transición energética.El Acuerdo Climático de Paris esta respaldado por 54 países, incluido China.

En todo caso, eso no depende de él sino de la reacción del resto. Y, afortunadamente, el sentido económico, la demanda social y la estructura de cooperación ofrecida en París son aliados mucho más sólidos de los que teníamos hace 16 años cuando un prepotente y clima-escéptico George Bush anunció que no ratificaría el Acuerdo de Kioto y velaría porque sus socios no cometieran errores. Kioto entró en vigor y Bush se vio forzado a tomar algunas medidas elementales en clima y energía, tanto en el terreno financiero como en el del diálogo político.

Es probable que Trump paralice las iniciativas federales de Obama respecto al clima, que intente facilitar la inversión en fracking, la actividad petrolera o la industria minera. Es, sin embargo, mucho más incierto que haya un interés masivo por parte de la comunidad inversora en abrazar proyectos muy intensivos en capital, socialmente contestados y con retorno incierto a medio plazo. Y es seguro que alcaldes, gobernadores y una nueva generación de empresas con grandes inversiones detrás para facilitar soluciones renovables, eficientes y movilidad eléctrica prefieran quedasrse quietos con los brazos cruzados llorando en casa cuando esto es, precisamente, lo que reclama el mundo y una buena parte de los ciudadanos americanos –incluido un porcentaje relevante de republicanos-.Si  no hacebn nada que por lo  menos no estorben.

Faltará, por tanto, un marco federal coherenteen pro de lo ambiental, pero eso no impedirá la acción climática en otros niveles. Es más, esos otros actores americanos ganarán protagonismo político y encontrarán en el Acuerdo de París y su nueva propuesta de movilización más allá de los Gobiernos estatales un espacio mucho más rico para trabajar en alianzas internacionales que faciliten el aprendizaje compartido en esta nueva era de cambios.

En el ámbito internacional, existen tres incógnitas: ¿reducirá Estados Unidos sus contribuciones financieras en materia de clima?; ¿abandonará el marco jurídico internacional integrado por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Acuerdo de París?; y el cambio de posición de Estados Unidos, ¿generará un efecto emulación por parte de terceros o el naufragio del modelo de cooperación en curso?. La actitud primera de Donald Trump hace temer lo peor. El pronóstico es que será un boicotista activo.

Es más que probable una tendencia pasivaen los esfuerzos de solidaridad internacional. En aplicación de la máxima "americanos primero", puede haber recortes significativos en la financiación climática, con el consiguiente riesgo de que la indignación y el recelo hacia Estados Unidos resurja en terceros países, sobre todo en los más pobres y vulnerables. En el Tercer Mundo. Quizás, en el medio plazo, esta actitud se corrija a la vista del interés comercial de bancos e industria americana por invertir en infraestructuras en economías en desarrollo que favorezca a la vez al cambio climático.

No es tan fácil una retirada de Estados Unidos del marco multilateral de clima. La denuncia del Acuerdo de París debería esperar tres años y la denuncia de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (con la consiguiente retirada automática del Acuerdo de París, al haber sido concebido como un marco de aplicación de la Convención) entraña ciertos riesgos políticos para el propio Trump. De hecho, George Bush no lo hizo cuando renunció al Acuerdo de Kioto. Sí es probable que la ausencia de posiciones constructivas como las defendidas activamente en la era Obama, se haga notar. Asistiremos a un abandono silencioso del barco por parte de algunos, sin protagonismo positivo en otros foros financieros, industriales o geopolíticos y, en su lugar, aparecerán otros actores americanos cubriendo de forma segmentada –quizás caótica– el espacio dejado por el Gobierno federal. En el resto del mundo, echaremos de menos al Departamento de Estado, al del Tesoro y a la Casa Blanca, pero no hay que esperar necesariamente una estrategia automática de boicoteo.

Finalmente, falta por ver cómo reaccionamos los demás. Cada uno de los países firmantes del Acuerdo de París lo es por interés propio, por sentido económico y de desarrollo, por demanda social e industrial. La novedad más importante radica en la voluntad expresa de impulsar marcos de acción conjunta y compartir los riesgos del cambio. Si Estados Unidos se diluye, China no abandonará su estrategia, pero deberá decidir si quiere ocupar por sola o acompañada con otro actor global la posición de liderazgo que tenía junto con Obama o si se retira a sus cuarteles de invierno y se mantiene discreta en la escena multilateral. Es decir, el resto de la historia nos corresponde a los que no son Trump, mucho más resilientes y convencidos que hace 16 años. Una retirada de EE UU, contrariamente al deseo "América vuelve a ser grande", deja un espacio que será cubierto por otros. ¿Cuento chino a partir de ahora?-como dijo Trump.Pues no lo va asr pues ta, en China está profunamente interesada en que la Cumbre de Paris triunfe.

 

 


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