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Educación Superior y Eficiencia del Gasto Público

09/11/2011 20:20 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Anif

Mientras en Colombia presenciamos una paralización de la educación superior pública por cuenta de una reforma mal entendida (bien concebida), el mundo desarrollado se pregunta cómo mejorar la relación precio/calidad de sus instituciones superiores. En términos de la educación privada, existe relativo consenso sobre la urgencia de equilibrar las finanzas en sus componentes de matrículas e investigación, donde el primero está subsidiando de forma cruzada el segundo. A nivel de la educación pública, las afujías fiscales están forzando recortes de programas y fortalecimiento de las conexiones con el sector productivo privado (precisamente lo que se está rechazando en Colombia).

En el gráfico adjunto se observa a Colombia, según el Global Education Digest (Unesco, 2009), con un gasto público en educación superior del orden de 1, 6% del PIB. Dicha cifra es significativamente superior a la observada en Estados Unidos (1.0%), México (0.9%), Brasil (0.8%), Argentina (0.8%) o Chile (0.3%).

La razón de ello tiene que ver con el creciente juego que se le ha dado al sector privado en la provisión de la educación superior, a precio más bajo (por unidad) y de mejor calidad.

En efecto, el ranking QS para Latinoamérica (ver gráfico 2) reportó sólo 2 universidades públicas colombianas entre las 30 primeras de la región. En cambio Brasil logró posicionar a 7 de sus universidades públicas en ese tope de las mejores 30 de la región, con un gasto público en educación que representa la mitad de la asignación de Colombia.

Chile constituye un ejemplo a seguir en materia de uso eficiente de los recursos públicos (The Economist, 8 de octubre de 2011, pg. 47). A pesar del creciente debate sobre el excesivo costo a nivel del estudiantado, logró posicionar a dos de sus universidades públicas entre las mejores 30 de América Latina, asignando un presupuesto público bien inferior al de Colombia.

Lo anterior nos indica la necesidad de adoptar nuevas estrategias para volver más eficiente el gasto público de la educación superior en Colombia. Algunas de las reformas apuntan en la dirección de: i) aumentar la relación estudiantes/profesor; ii) concentrarse en ofrecer programas de calidad, en vez de tratar de cubrir todos los campos; iii) recortar el tiempo de duración de algunas carreras (homologándolas con los países desarrollados, tal como lo están haciendo varias universidades privadas en Colombia); y iv) reducir el gasto administrativo a través de esquemas de tercerización de funciones.

Todo lo anterior debe poder hacerse sin demeritar la calidad educativa. Se trata de ganar en eficiencia.

No todas las universidades tienen que investigar, y menos tratando de abarcar todos los temas; muchas de ellas podrían centrar su trabajo en tareas de docencia, buscando la excelencia en ello. Colombia tiene particularidades a nivel regional que permiten lograr cierto grado de especialización; por ejemplo, enseñanza en temas minero-energéticos, mejoras de la frontera agrícola, etc. Igualmente, se debe buscar no sólo el fortalecimiento, sino la generación de incentivos futuros para la educación técnica, de una parte, y de estudios de postgrado, de otra parte. En Colombia, a nivel de estudiantes pos-secundaria, todavía un 65% se concentra en estudios universitarios y sólo un 31% realiza estudios "vocacionales-tecnológicos".

Más aún, sólo un 3% llega al nivel de especialización, un 1% a la maestría y un 0.1% al nivel de doctorado.

Es bien sabido que la clave del éxito educativo es "enseñar a pensar", más que a repetir. Los estudiantes mas exitosos en este frente ahora tienen una oportunidad creciente de acceder a especializaciones en el exterior a través del exitoso esquema de becas-credito de Colfuturo, cuyo programa se ha ido expandiendo de 300, a 500 y actualmente a cerca de unos 1, 000 estudiantes por año. Además, este programa de Colfuturo ha tenido la gran bondad de evitar el grave problema de "cerebros fugados" que se continúa experimentando en varios programas financiados con dineros públicos, incluyendo los del Banco de la

República.

En síntesis, Colombia es un país con un gasto público en educación pos-secundaria (1.6% del PIB de 2009) relativamente alto, especialmente cuando se le compara con el promedio latinoamericano (0.5% del PIB). A pesar de esas elevadas asignaciones, Colombia tan sólo logra situar dos universidades públicas dentro de las 30 primeras de Latinoamérica (Ranking QS 2011). En cambio Brasil ubica 7 universidades en dicho ranking con un gasto que representa, en términos relativos, la mitad del de Colombia (0.8% del PIB). Todo esto indica la urgencia de buscar medidas orientadas a hacer más eficiente el gasto público en educación superior, de una parte, y a continuar dándole un papel protagónico a la educación privada y a la profundización de sus naturales sinergias con el sector productivo, de otra parte.


Sobre esta noticia

Autor:
Juan Sebastián Celis Maya (3029 noticias)
Fuente:
ape.org.co
Visitas:
758
Tipo:
Reportaje
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