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El caso Colombia

10/07/2012 15:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Si la autoridad nos da la espalda, somos niños de nuevo. Nos matamos por un juguete, por perder un partido de fútbol, por las vueltas del taxi, por un desamor

El colombiano común es rebelde por naturaleza y posee una soberbia intelectual muy difícil de manejar. Eso como nación nos impide avanzar. Nos impide ponernos de acuerdo. Nos impide aceptar la diferencia que hay en el otro sin caer en la facilidad del prejuicio. Aquí nos incomoda que alguien nos diga cuál es el camino porque todos creemos saber cuál es el camino.

Los ejemplos están a la vista. En una nación, para utilizar un término muy kantiano, con mayoría de edad hace rato hubiéramos entendido que no se debe manejar un auto después de haber ingerido licor. Es más, a un mayor de edad responsable le hubieran bastado razones. Aquí no y, por eso, hay que recurrir a la fuerza. A la coerción que tanto detestan los niños rebeldes.

Y es que, entre las curiosidades que nos identifican como nación, está esa tendencia a querer romper las leyes. Esa tendencia a normalizar lo ilegal. A comprar la película pirata, a comprar el espejo robado del auto en el lugar en el que sabemos que venden autopartes robadas. Porque romper la ley resulta todo un reto para nuestro ingenio. Eso nos hace sentirnos muy avispados.

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Por esa vía es como la autoridad nos estorba hasta que la necesitamos. Los policías son unos cerdos (y sin duda hay algunos que se comportan como tal) hasta que necesitamos que el cerdo nos proteja del lobo. Entonces volvemos a ser lo que somos: menores de edad. Niños indefensos buscando los brazos del padre.

Y he ahí el dilema, los colombianos somos niños que quieren vivir como grandes. Niños que juzgan los problemas como mayores de edad, aunque los hechos ―la manera en que nos comportamos ante los problemas― indiquen todo lo contario. Analizamos el problema de la guerrilla como si fuéramos suizos. Nos creemos muy civilizados, y nuestros “líderes de opinión” ―muchos de los cuales no conocen las entrañas del país― son los primeros en reforzar esa idea. Pero no los somos. Si la autoridad nos da la espalda, somos niños de nuevo. Nos matamos por un juguete, por perder un partido de fútbol, por las vueltas del taxi, por un desamor.


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Autor:
San Luis (31 noticias)
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Opinión
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