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Desde que el hombre como tal, es decir el Homo Sapiens, existe, su vida se ha rodeado de símbolos que se asocian en su subconsciente con eventos y emociones de su vida a manera de resumen de experiencias anteriores
La reciente revolución informática y con ella la universalización de la comunicación inmediata, esa que nos permite la “proximidad” a pesar de las largas distancias físicas, ha desarrollado un nuevo y a la vez viejo, lenguaje simbólico.
Uno de los más extendidos y practicados es el de los llamados “emoticones”, tan en boga en las mal llamadas Redes Sociales y que va evolucionando con los años, pasando de los ideogramas a las animaciones de todo tipo.
Desde el simbolismo acadio, egipcio y babilónico, pasando por la iconografía greco-romana, hasta los iconos religiosos ortodoxos, la masonería ha sido la organización simbólica por excelencia, pero la ha superado el mundo de las religiones, el hinduismo y el imperio de las imágenes en internet.
Colores que se asocian con organizaciones, países o creencias, que abarcan un gigantesco abanico de posibilidades, llevan a la confusión cuando son mal usadas o aplicadas con intencionalidad.
Así se producen curiosas interpretaciones, unas por torpeza y otras por la mala fe de quien las produce o las recibe sin atinar a entenderlas.
Y es que el leguaje simbólico, para su interpretación, depende en gran parte de la cultura del emisor y del receptor, tal como señaló en su día Sigmund Freud en Tótem y Tabú.
El lenguaje simbólico empieza con el sol como símbolo de vida, algo inalcanzable que va a ser sustituido por los dioses del cielo, anunnakis para los acadios y del Olimpo para los griegos, otorgando al cielo el símbolo de la voluntad de los dioses, a la tierra como el lugar de vida de los seres vivos y al inframundo o bajo tierra al lugar de castigo y causa de todos los males, tal como se describe en la Epopeya de Gilgamesh 2.500 años antes de la era común.
Con él nació la literatura simbólica que más tarde desarrollarían los griegos y que sería aprovechada por los cristianos para sus famosas parábolas, haciendo divino lo humano hasta el absurdo del misterio de la santísima trinidad.
La palabra es un arma cargada que hay que entender para ser usada
Y así se explica que hoy se digan tantas incongruencias y barbaridades en todos los medios de comunicación, usando un lenguaje más simbólico que el de conceptos claros y poco dubitativos, buscando el lugar común y huyendo de la concreción.
Se ha masificado el uso de citas de “famosos” sacándolas de su contexto, en un todo vale o en vale tanto para un roto como para un descosido, conduciendo a engaño al lector despistado o ignorante de las circunstancias en tal frase fue dicha o escrita.
Ya hicimos mención a ello en nuestro primer artículo en Globedia al hablar del abuso del “copy paste”, el copiar y pegar que se ha universalizado en todos medios y por todos los usuarios de la red de redes, pero con los años ha ido creciendo esta malsana práctica de la vulgaridad en la comunicación.
Es así como se ha convertido en “símbolo de cultura” recurrir a la cita del famoso, como si el que la reproduce hubiera leído su obra, cuando en realidad está fuera de contexto o simplemente no viene a cuento desvirtuando el lenguaje simbólico, que pertenece más al mundo de los significados que al mundo de la palabrería y la vulgaridad.
El lenguaje simbólico por excelencia es sin duda la poesía, cargada de metáforas, silogismos, equívocos y demás figuras retóricas, que tienen como finalidad llevar al lector a la esquina del pensamiento hasta encontrar sentido a los versos.
Así no es Venus un simple, nombre sino el cúmulo de significados que simboliza, como Eros o Apolo, como el fuego y la noche, todos ellos símbolos más que palabras.
Ello explica que el lector inmaduro no entienda determinadas obras y llegue a conclusiones disparatadas, lejos del deseo de quien las ha escrito, condicionado por su ello, para así terminar de nuevo en Sigmund Freud y su relación entre el Yo y el Ello.
Sin duda esto no termina aquí, volveremos a hablar del uso del lenguaje.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro