Elvis Álvarez fue campeón del peso mosca en las dos organizaciones de boxeo más importantes del mundo, en la OMB en 1989 y 1990 y en la en 1991.

Pero su ascenso en la carrera boxística fue truncado por sicarios que lo asesinaron el 16 de julio de 1995. Desde entonces su padre, Hernando Álvarez, decidió crear un museo en su honor para que las generaciones venideras no olvidaran nunca el nombre de uno de los mejores boxeadores que tuvo Medellín.

En la casa que Elvis le dejó a sus padres en el barrio Castilla, don Hernando guarda los mejores recuerdos de los triunfos y la vida personal del boxeador.

Pero la casa y los cinturones de campeón no fueron la única herencia de este boxeador. En el momento de su muerte, tenía 30 años y una hija de 8, que no solo quedó con buenos recuerdos de su padre, también en su ADN porta todas las cualidades que hicieron grande a Elvis en el ring.

Las fotos, cinturones, títulos, recortes de prensa, videos y objetos personales, son la forma en la que Ana Catalina, su nieta de 9 años, pudo conocerlo y que hoy le permiten revelar secretos poco conocidos de su abuelo.

La casa de don Hernando tiene las puertas abiertas para quienes quieran conocer o recordar a su hijo, o como en el caso de un grupo de jóvenes del sector, quienes después de visitarla se inspiraron y hoy encontraron en el boxeo una alternativa para evadir las problemáticas que tienen en su entorno.