El tiempo separa al igual que la distancia. Vivió en un por qué vacío que le llevó a la muerte de su propia suerte. Yace en sus sueños, como queriendo decir algo con sus silenciosos titubeos, pero no logro acertar qué es lo que quiere. En qué piensa, qué siente. Sigue escondido bajo la capucha que le aporta esa falsa seguridad, esa incómoda sensación de que está completamente confiado en que desconfía hasta de su propia sombra. Por eso hoy arrojo luz, desprendiéndole del lastre de balas perdidas, aun sintiéndome yo mismo una de ellas, la última de la recámara. Queriendo dar guerra en la paz de sus labios. Y dió calma o eso parecía, con la mirada perdida en busca de encontrarte. Encontrando al olvido.

Guille.