"La visita de los policías me dejó perplejo, porque estaba solo en casa y ya me había dormido", dijo Moss a periodistas.
Los policías recorrieron la casa y pronto, en una habitación descubrieron al gato que estaba ovillado al lado del teléfono.
Al parecer, Ginger llamó al número 999 de urgencias, jugando con el teclado del teléfono mientras su dueño, de 64 años, dormía tranquilamente.
"Fue un final feliz de esta novela semi policíaca", comentó al respeto un portavoz de la policía local, según lo reseña sp.rian.ru.
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