En una vivienda del barrio El Velódromo, Comuna 11 de Medellín, nuestra encontró a un hombre enamorado de la colombofilia que tiene en la terraza de su casa más de cien palomas mensajeras y contrario a lo que muchos creíamos no son entrenadas para llevar mensajes de amor sino para competir. Esta es la historia:

Carlos Mario es ingeniero agrónomo de profesión pero en su corazón se confiesa un apasionado por la colombofilia, por eso, desde hace 25 años entrena y educa palomas mensajeras.

Este amante de la colombofilia instaló en la terraza de su casa un palomar donde reúne más de 100 palomas mensajeras, de las cuales asegura no son para llevar mensajes sino para regresar al lugar donde nacieron y fueron criadas. Desde pichonas, las educa y las entrena para participar una vez al año en competencias nacionales e internacionales.

En este lugar todo es amor por las palomas mensajeras, las cuida, mima y alimenta, las aves entrenadas pueden recorrer hasta 885 kilómetros entre Medellín e Ipiales.

Cada paloma tiene su posadero, estas se diferencian de las palomas de parque por su plumaje y alto vuelo, atienden señales y solo podrían cargar 100 gramos de peso, por eso, las palomas mensajeras no llevan cartas de amor sino que regresan donde fueron criadas.

En su alcoba muestra orgulloso los trofeos ganados y recuerda que en Medellín hay 3 clubes de colombofilia que se reúnen todos los martes a hablar de palomas mensajeras.

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