Por: ANGEL ALIRIO MORENO MATEUS

Debo recordar a mis lectores, que he participado en política desde que tengo uso de razón y en elecciones desde que adquirí la mayoría de edad. Ayudé a empacar los votos en las papeletas de color periódico para los comicios de Barbosa, Landázuri y Jesús María. Aprendí que la pasión se maneja con prudencia, una mezcla rara entre emoción y virtud que está escaseando por estos días en la agenda político-electoral de Santander.

Hoy en Santander no se atreve nadie con mediana sapiencia y experiencia en estas lides, a predecir quien podría ser el próximo gobernador. Ello, precisamente porque no tenemos siquiera la certeza, de quienes terminarían siendo candidatos de uno y otro sector, en esa segura jornada de polarización.

Algunos de muy buena voluntad me han insinuado colocar mi nombre como precandidato a esa importantísima dignidad. Considerando que soy abogado con formación avanzada en temas de la administración pública, con vasta experiencia en el sector público y privado. Fui diputado y concejal en Santander, fui auditor de la Contraloría General de la República, gerente general de una empresa de producción farmacéutica, asesor de varios congresistas, comentarista de radio, corresponsal de prensa, periodista y director de un medio de comunicación y por sobre todo ciudadano común y corriente, que junto con otros he codirigido un partido político en el ámbito nacional, he sido respetuoso del ordenamiento jurídico y de las normas de la ética y la moral públicas; eso sí sin permitir que ningún perico de los palotes vaya a violar el código de honor que todos llevamos a cuestas; debo responder, que tengo el olfato, la autoridad política y moral para decir que todo hasta ahora es incierto.

Se requiere la estructuración de un plan de desarrollo concertado, participativo y convergente

Se especula de todos los que asomando sus nombres se atreven a postular su candidatura, que estarían inhabilitados. Unos porque sólo lo podrían hacer por el partido del que fueron parte y consideran ya no serlo, un debate interesante, jurídico y novedoso. De otros se dice que tienen radicados inconvenientes en las altas cortes. Y, de algunos se dice que tienen la inhabilidad más fuerte: La económica. Esa que determina el excesivo valor de la campaña a la gobernación en los últimos tiempos. En mi  criterio  personal, todos son buenos candidatos, buenos seres humanos, cualquiera de ellos, si sabe mezclar la pasión y la prudencia y si todos llegaren a hacerlo, será candidato aquel que elabore la mejor mezcla. Saldremos de la incertidumbre.

Santander necesita un Gran acuerdo. Una decisión política de todos los actores políticos que realmente piensen en Santander. Actores que piensen y practiquen que los intereses de Santander son superiores a los propios e individuales. La Gobernación de Santander debe continuar mirándose como la majestuosidad de la institución rectora de nuestro desarrollo. Se requiere la estructuración de un plan de desarrollo concertado, participativo y convergente. Es momento de juntar pasiones y prudencias.