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Hoy en día mucha confusión hay en las Iglesias de los hombres, unos dicen "La ley del antiguo Pacto ya no es" Otros dicen "en parte es y en parte no" Para ellos escribo esto, y les invito a que lean y reflexionen, lo tomen o lo dejen
LA NUEVA LEY DE DIOS.
A veces no logro comprender cómo puede haber tanta duda respecto a la ley de Dios, muchos alegan que con la llegada del evangelio mediante el testimonio de nuestro Maestro la Ley quedó abolida, sin embargo, los que piensan esto a la vez dicen que algunas cosas de la Ley (Antiguo pacto) aún siguen en vigencia como son los diez mandamientos, los diezmos, guardar el día de reposo (Unos en sábado, otros en domingo) entre otras cosas, pero no así la circuncisión, el comer carne abominable, entre otras cosas; De alguna manera todos coinciden en que en parte está abolida y en parte está vigente; Pero a estos digo ¿A caso Dios es Dios en parte y en parte no? ¿A caso Dios es de los que toman una parte de algo y lo demás no lo toma? Porque si de tomar en parte se trata entonces ¿Ha tomado Dios al hombre en parte y la otra la ha dejando siempre a Satanás? Cuando Dios toma al hombre lo toma todo y cuando Dios desecha al hombre lo desecha todo.
¿Está en vigencia la ley del antiguo pacto? Jesús dijo “Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley. Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera” (LC 16:17, 18) La ley es viva pues de la boca de Dios salió, la ley no pierde vigencia, la ley es el acta de Matrimonio entre Dios y la virgen que dio a luz a la simiente por la cual fue bendita toda nación humana, la ley fue el medio por el cual fue engendrado el Mesías, la ley no ha muerto, Dios no la ha repudiado, pues la ley no ha fornicado, y sólo es posible repudiar a la esposa cuando haya fornicación de por medio; Sin embargo sí fornicaron los que en aquella y por aquella ley vivían, estos fornicaron, fueron infieles.
La ley y los profetas son palabra de Dios y por tanto son cosa viva, pero, también la palabra de Dios nos dice “La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él” (LC 16:16) quizás entonces muchos digan que la palabra del Santo se ha contradicho, pues por una parte dice que la ley debe de cumplirse y no puede frustrarse ni una tilde de la ley y por otra nos dice que la ley y los profetas eran hasta Juan; Los que de esta manera piensan entonces han hallado tropiezo en el Señor, y ¿Qué dice Él respecto a los que hayan tropiezos en Él? “y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí” Si es bienaventurado el que no halle tropiezos en Él, entonces lo contrario es para quienes tropiezan en Él, sin embargo de antiguo se había escrito “He aquí yo pongo a este pueblo tropiezos, y caerán en ellos los padres y los hijos juntamente; el vecino y su compañero perecerán” y también “He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado”, ¿Cuántos tropiezos no han encontrado en el Señor? La vigencia de la ley es uno de ellos. Tropiezan en esto los que aman y buscan su propia justicia, tropiezan los que no se han guardado de la levadura, tropiezan los que aman este mundo y por tanto no desean que nada malo ocurra en él, tropiezan los que buscan el beneficio propio y el del mundo, tropiezan los que ven la letra de la ley y no el espíritu de la ley, tropiezan los que viven conforme a la carne y no conforme al espíritu, tropiezan los que a dos señores sirven, tropiezan los que quieren obrar conforme a la ley y a la vez quieren obrar conforme a la fe, tropiezan todos los que oran o profetizan con su cabeza cubierta.
El cristiano verdadero no mira como hombre, sino que debe aprender a ver con los ojos de Dios, porque fue escrito “porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” Dios no ve en la ley lo que el hombre ve, pues el hombre ve la letra y cumple con la letra, pero el cristiano debe ver el corazón de la letra, el espíritu de la ley de lo cual se nos dice “porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”, ¿Qué es el espíritu de la profecía? Es la intención de la ley y la profecía, lo que Dios pretende producir mediante ella, lo que se pretende lograr con la ley; Ver el espíritu de la ley es ver más allá de la sola letra, es preguntarse ¿Qué esperaba conseguir Dios en el hombre mediante la ley?, es ver desde la óptica del Señor para lo cual es necesario entrar en Cristo y ser partícipe de Él a fin de comprender las profundidades de Dios, pues por eso se nos ha dicho “porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”, ¿Cómo entonces entender la ley si no sabemos qué persigue Dios mediante ella?, Así que, me corresponde intentar aclarar esta situación.
El hombre en Cristo ha venido a morir para el mundo, pues Cristo es el Espíritu vivificante y el hombre es una semilla que debe morir para poder ser vivificado, por ello se escribe “lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (1ra COR. 15:36) El hombre no puede vivir por tanto si antes no muere, El hombre muere en Cristo para ser vivificado en Cristo, pues por eso también se nos dice “si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” , Cristo murió a fin de que todo aquel que en Él cree se haga muerto también como Él se hizo por todos, así que, todos en Él morimos, pero Él murió para luego ser Espíritu vivificante, de manera que si en Él morimos por su espíritu somos vivificados ya no para este mundo sino para el venidero del cual recibimos en Cristo las primicias de aquel tiempo que viene; Igual pasa con la ley, pues la ley es también una semilla que para ser vivificada necesario le es que muera antes, por eso ella en Cristo también muere y en Cristo también es vivificada, ya no para ser observada con ojos del mundo actual sino para ser vista con ojos del mundo venidero, ya no para ser vista mediante la letra sobre papeles sino para ser vista y comprendida desde el Corazón, ya no para ser vista con ojos del hombre sino con ojos del Espíritu vivificante; Cuando morimos para el mundo, igualmente morimos para la ley a fin de vivificar en nosotros la ley del espíritu, la cual es el espíritu de la ley, el cual es el testimonio del Maestro; La ley y el hombre son semillas, son cuerpos cuya vivificación dependerá del espíritu vivificante, y para ambos ese espíritu vivificante es Cristo. La ley llegó al mundo como semilla al igual que el hombre llegó al mundo como semilla, pero sabemos que para que la semilla genere un gran árbol es necesario que esta semilla se niegue a sí misma, renuncie a su cuerpo para dar paso a su alma desde la cual brotará lo que ha de ser la planta; Así pues, el hombre da muerte a su causa personal en Cristo para dar paso a la causa divina de Cristo, se niega a sí mismo y toma de la copa del Rey desde donde brota la nueva ley; Igual pasa con la ley, ella muere en su causa propia para dar paso a la causa de Cristo.
La ley es para el mundo, para todos los que viven en el mundo, pero el hombre en Cristo ha salido del mundo, por lo cual no está sujeto a la ley que es para el mundo, de manera que por eso se escribe “Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios” (Gálatas 2:19), si para el mundo somos muerto, ya no tenemos obligaciones para con el mundo y por tanto tampoco para con la ley que es para el mundo, muerto somos por mandato de la ley, somos nosotros los muertos y no la ley, la ley ha quedado viuda de nosotros, pero ha quedado aún en el mundo y vigente para el mundo, pues se escribió también “La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive” nosotros que antes estábamos casados y ligados con la ley dada a los hombres del mundo hoy hemos muerto, por lo tanto la ley ya no es ligadura nuestra, pero la ley aún no ha muerto para el mundo, sino que los muertos somos nosotros; La ley es una maldición de Dios a como el hombre del mundo es maldición para la tierra, la ley es maldición y así se nos ha escrito “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gálatas 3:13, 14) En Cristo se acaba toda maldición, tanto la maldición del hombre como la maldición de la ley.
Tanto al hombre como a la ley le es necesario morir para vivificarse, así que cuando morimos para el mundo y somos vivificados en Cristo, entonces ya no estamos bajo la ley dada a los hombres del mundo, sino que nos asimos de la ley que fue vivificada en Cristo la cual fue dada a los hombres que les ha resplandecido Cristo; Nosotros morimos para el mundo y ya no somos del mundo, pero en el mundo quedan hombres que aún viven para el mundo los cuales aún están sujetos a la ley, la cual está aún viva para el mundo; Pero el que ha entrado en Cristo se ha asido también de la ley que ha entrado en Cristo, de modo que el hombre semilla se ajusta a la ley semilla, y el hombre espiritual el cual ha sido vivificado en Cristo se ajusta a la ley espiritual la cual ha sido vivificada en Cristo también; Hay dos tipos de hombres, uno que aún es semilla y otro que ha pasado a ser planta, así mismo. Hay dos tipos de ley, la ley semilla dada a los hombres que aún son semilla, los cuales aún están en el mundo, los cuales aman al mundo y este tiempo, los cuales no han perdido su ligadura con este mundo; Y la otra es la Ley de la fe, la cual ha dejado de ser semilla y ha llegado a ser planta, esta es la ley que también ha sido vivificada en Cristo.
La Ley era hasta Juan, así lo dijo el Maestro, esto es, la ley era nuestro yugo hasta antes de entrar en Cristo, pero ahora que hemos entrado en Cristo, la ley que era hasta Juan ya no es para nosotros, sino que ahora en nosotros es la Ley de la fe, por la cual encontramos la gracia, por la cual alcanzamos el reino de Dios, esta ley de la fe, es la ley del Reino de Dios, esta Ley de la fe es la ley vivificada en Cristo; La ley que era hasta Juan es la ley que por maldición Dios puso sobre el hombre natural, la ley por la cual conocimos el pecado, porque a como nos fue dicho “…yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”, de manera que la Ley escrita antiguamente ¿Qué objeto tenía? Que el hombre supiera qué actos son considerados por Dios como pecado, por eso esta es la ley del pecado, la ley por la cual será juzgado aquel hombre que llegando al fin de sus días no haya gustado de Cristo y haya muerto sin haber llegado a la santidad, esta ley está dada al hombre que peca y que llega a sus días finales sin arrepentimiento, por lo cual mediante esta ley será juzgado, por esto también se escribe “Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados” .
La ley que era hasta Juan sigue viva, porque por ella serán juzgados los que en Cristo no hayan Creído, los que su cuerpo no hayan comido, por lo tanto esta ley es vigente y no está muerta, pues ¿Cómo podrá juzgar Dios siendo Justo con una ley derogada? Por esto, la ley está vigente y permanecerá en vigencia en tanto la noche dure (La Noche de Dios que es el tiempo actual); En tanto haya hombres pecadores la ley está vigente, pero el que ha recibido a Cristo y no ha encontrado en Él tropiezos, éste se ha asido de la ley vivificada, es un hombre nuevo bajo una ley nueva, ¿Cómo es esto? El hombre vivificado está bajo la ley vivificada, el hombre no vivificado está bajo la ley no vivificada, el hombre vivificado es el mismo hombre pero ahora se gobierna por el Espíritu y no por la carne, La ley vivificada es la misma ley pero ahora se cumple según su espíritu, según su intención, según su visión, según su propósito, no según su letra; ¿Me explico? El hombre que ha entrado en Cristo sigue en su mismo cuerpo, con su misma estatura, en su misma forma por fuera, pero por dentro es otro; Así también, la Ley vivificada sigue en su mismo cuerpo (La letra) en su misma forma (Escrita), pero de ella ahora observamos su espíritu, así como Dios ahora observa en el hombre su espíritu y ya no su cuerpo ¿Me explico? La letra es el cuerpo de la ley la cual es morada del Espíritu de la ley, así mismo nuestros cuerpos son nuestra morada nada más, pero lo que vive en nosotros no es la morada (el cuerpo) sino nuestro espíritu.
La ley está vigente y es válida, pues por ella serán juzgados aquellos que nunca se atrevieron a ver más allá de la letra, pero la ley ya no es vigente en aquellos que se atrevieron a ver más allá de la letra, porque más allá de la letra es la palabra, y sabemos que el verbo es Cristo, de manera que aquel que no vio más allá de la letra no conoció la palabra que es Cristo, éste no conoció el Espíritu de la ley que es el testimonio de Cristo; Aquel que nunca vivificó su espíritu no pudo conocer la ley vivificada, no pudo conocer el espíritu de la ley, el corazón de la ley.
Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios
El que ha entrado en el conocimiento de Cristo ya no ve a Dios con ojos de humano, sino con los ojos de Cristo; El que entró en el reposo de Cristo ya no ve la ley en su exterior sino en su interior, ha dejado de ver la apariencia, dejó de ver la sombra y se ha asido de la fuente de la sombra que es Cristo, pues la ley es la sombra de lo que habría de venir a nosotros con Cristo, pero teniendo a Cristo mismo ¿Para qué la sombra? La ley era una sombra, pero ¿No es más importante la fuente de la sombra que la sombra misma? Por eso se nos escribió “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” Todo lo contenido en la ley, toda la observancia, todas las fiestas, todos los días de reposo, los sacrificios, toda la ley era sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo, la fuente de aquella sombra es Cristo, así que el que ha entrado en Cristo ya no anda en pos de su sombra, sino que ha tomado el manto del cuerpo, ha comido del cuerpo, ha bebido de la sangre, tomado de su copa ¿Por qué entonces divagar con su sombra? Porque el que antes andaba en la sombra lo que buscaba era llegar a la fuente de la sombra, pero es ridículo si llegando al cuerpo nos volvemos a la sombra, por eso se nos dijo “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4) El Cristiano no se justifica por la ley, porque la ley es sombra de Cristo, el que se justifica por la ley es aquel que nunca entró en Cristo o que habiendo llegado a él haya vuelto sus ojos hacia la sombre de Cristo que es la ley, entonces éste se convirtió en sal, en estatua inerte, porque una vez que llegamos a la verdad es imposible voltear hacia atrás, por lo cual se nos dijo “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (HB 6:4-6) De manera que es comprensible que anden bajo la sombra aquellos que no han llegado a conocer a Cristo, pero el que ha conocido de la verdad, del poder, del don, el que ha recibido las primicias del tiempo venidero, este no puede voltear hacia la sombra pues en estatua se convertiría, pues le es imposible ser renovado para arrepentimiento. Las congregaciones de los hombres, las cuales se han llamado así mismas Iglesias, fundadas mediante teologías y doctrinas humanas, estas andan bajo la ley y observan a la ley cuando les conviene y la desatienden cuando no les conviene, estos andan en la sombra mas no andan en Cristo, es comprensible que sus miembros tengan observancia de la letra de la ley, estos observan el diezmo de la ley mas no emplean el diezmo según la ley, estos observan el día de reposo sea en sábado o sea otro, mas no observan el reposo en Cristo; Estos, si aún no han sido iluminados en la verdad tienen posibilidad del arrepentimiento, pero si ya conocieron la verdad pero dudando de ella o teniendo temor de divulgarla prefirieron vivir reposados en el sueño que hoy viven las Iglesias humanas, no tienen posibilidad de arrepentimiento, así como la mujer de Lot no tuvo una segunda oportunidad cuando volteó hacia atrás.
Se han desligado de Cristo los que se justifican en la ley, la ley ya no nos justifica a los que hemos saboreado la verdad, porque hemos conocido el espíritu de aquella ley, y hemos amado el espíritu de la ley; ¿Quién es aquel que habiendo comido el contenido de la fruta la vomita y desecha para mejor comerse su cáscara?, llegamos a Cristo por medio de la palabra, por medio de la ley, así como llegamos a la fruta al observar su hermosura, color y delicia por fuera, pero así como para comer la fruta necesario es quitar la cáscara, así mismo para saborear el contenido de la ley, que es Cristo, es necesario quitar su cáscara, y así saborear la plenitud del fruto de la vida; No se puede saborear el fruto al comerlo con su cáscara juntamente, o ¿Quién será ese que así disfruta comer el fruto? . Hemos dejado la sombra y hemos amado al cuerpo que es de donde brota la sombra; Ya no vivimos bajo la letra de la ley, sino que estamos bajo el espíritu de la ley, ya no vemos lo que los hombres ven, sino que vemos lo que Dios ve, el corazón de la ley.
¿Entonces hay otra ley? Sí la hay, pues así como el hombre en Cristo es otro hombre, así la ley en Cristo es otra ley, así como el hombre en Cristo es nuevo hombre así también la ley en Cristo es nueva Ley; Así como el hombre en Cristo recibe una nueva vestidura, así también la ley en Cristo ha recibido nueva vestidura; Es la misma ley, pero con nueva vestidura, es el mismo hombre pero con nueva vestidura; La ley es incircuncisa pero la ley en Cristo ha sido circuncidada, pues en Cristo descubrimos el interior de la ley, la pretensión de la ley; En dos tiempos dividió el Señor la creación, en la noche y en el día, así también en dos tiempos es dada la ley, la ley para el hombre natural y del mundo que rige durante la noche del Señor, y la ley para el hombre espiritual y del nuevo mundo que rige durante el día del Señor; En Cristo recibimos las primicias del nuevo tiempo, del nuevo día; En Cristo recibimos las primicias del reino de Dios de lo cual se nos dice “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (LC 17:21) de manera que el Reino de Dios ha llegado en forma de primicias a nosotros mediante Cristo, por eso el Reino está entre nosotros desde ya, por eso el que ha entrado en Cristo, el que verdaderamente ha entrado en Cristo, ésta ha alcanzado llegar al día del Señor, el cual es un solo día eterno, aquí ya no hay noches; Y la ley en este reino ¿cuál es? Es la ley de la fe, es la ley de la que se nos prometió “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”esta es la misma ley de la cual se nos prometió “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33, 34) Según su promesa nos daría su ley en nuestras mentes y en nuestros corazones; Si Dios ya había dado su ley a los hombres ¿Cómo es que prometía ésta nueva ley? Él pretendía vivificar al hombre y hacerlo hombre nuevo, y un nuevo hombre estaría bajo una nueva ley, la ley del Espíritu, la ley del hombre espiritual, ley en la que todo estaría en el Mesías, todo, sean estos días de reposo, sean comidas y bebidas, sean fiestas solemnes; En esta nueva ley la instrucción es constante y no la recibimos de hombre sino de Dios mismo, esta es la nueva ley en la que Dios nos ministra y no los hombres, por eso nos dice “Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos” (Isaías 51:4) En esta ley, es en Dios que tenemos que fijar nuestra atención, ya no buscamos consejo de hombres, ya no hay sacerdotes humanos, es Cristo el Rey, es Él el Sacerdote, es Él el apóstol, es Él el reposo, es Él el pan, es Él el vino, es Él nuestra fiesta solemne, en esta nueva ley todo gira alrededor del Rey, de manera que nuestra mirada no puede desviarse de Él. El reino está entre nosotros, y así es, de manera que en el reino del mundo rige la ley que era hasta Juan, y en el Reino de Dios rige la ley que es después de Juan, la ley de Cristo, donde todo está en Cristo, Cristo fuente de luz, Cristo fuente de vida, Cristo fuente de dones, Cristo fuente de seguridad, fuente de sustentación, fuente de reposo, fuente de la ley. Hay, pues, dos reinos, uno visible que se rige por la ley visible en la letra escrita en papel; Y el otro invisible, que se rige por la ley de las cosas invisibles, a las cuales debemos observancia en todo momento, de forma que no desviemos nuestra miradas a las cosas visibles, entre las cuales está la ley visible, la ley que todo ojo puede leer, pero que no todo ojo puede ver más allá de ella, más allá de su cuerpo.
Pablo una vez nos dijo “Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios” HB 7:12-19, Cristo es Sacerdote según el orden de MELQUISEDEC, este MELQUISEDEC no era hebrero, así que por eso de Cristo se dice “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre” Cristo no tiene nacionalidad en la tierra, así que Cristo no es judío, a como ningún Cristiano verdadero tiene ya patria en la tierra, pues por eso se dijo “He aquí un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones”, de manera que no sólo hemos cambiado de sacerdocio, sino que hemos cambiado de nacionalidad, y hemos entrado en una nación que no se cuenta entre las demás, debemos entonces regirnos por la ley de nuestra nueva nación, la cual es espiritual, no visible a cualquier ojo humano; Cambiado el sacerdocio, cambiada la ley, cambiada la nación, cambiada la ley, ¿A caso eso no tiene razón lógica? El sacerdocio que se nos ha constituido no es conforme al sacerdocio ordenado por aquella ley, el cual era sanguíneo, según la carne, y este nuevo no es según la carne, es según el espíritu, ¿No requiere esto de un cambio de ley? Estamos bajo otra ley, la ley de la fe, la ley de la promesa que de antiguo se había anunciado. Aquella ley era la envoltura de la nueva, pero la nueva es el contenido que había dentro de aquella envoltura, ¿Para qué la envoltura?
De la ley que era hasta Juan también se escribe “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.” Los hijos del nuevo pacto buscamos perfección, pues la promesa de Dios no es para los imperfectos ya que de antiguo se dijo “Conoce Jehová los días de los perfectos, Y la heredad de ellos será para siempre”y otra vez “Mas los perfectos heredarán el bien” y también se nos escribió “Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella” así que sabiendo nuestro Maestro que no son sino los perfectos los herederos, entonces, nos mandó “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” pero ahora que discernimos a Hebreos nos damos cuenta que para alcanzar lo que Cristo solicita de nosotros tenemos que asirnos del nuevo mandamiento, porque el anterior no puede hacernos perfectos; De manera que la nueva ley, la ley del Espíritu, el espíritu de la ley, la ley de la fe, la ley vivificada, es la ley de la perfección, en la que se deleita todo aquel que busca, cree y ama la perfección.
De la ley de la imperfección se dice “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” De manera que el nuevo pacto hace viejo al anterior, la nueva ley hace vieja a la anterior, por lo cual está pronto a desaparecer, cuando se dice “está pronta a desaparecer” no se dice que está desaparecida, sino que pronto desaparecerá, lo que significa que este “pronto” es el tiempo que tarde la gloria de Dios en hacerse visible a todo ojo humano; Así que la ley que era hasta Juan no se ha desvanecido, aún está viva, porque con esta ley son juzgados los llamados que no fueron escogidos, los que comieron del pan y bebieron del vino pero no hubo discernimiento del pan y del vino; Pero para los que hemos entrado en el reino, los que hemos saboreado la verdad, los que buscamos la perfección reconociendo y desnudando nuestra imperfección, los que entramos en el reposo, estamos bajo la ley del Espíritu, la cual es el espíritu de la ley, la cual es el Testimonio de Cristo.
Hay dos leyes, sí, hay dos; La una opera para carnales y la otra para espirituales; La una es para el cuerpo y la otra para el Espíritu, por eso se nos dice “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (RM 7:22-25) De forma tal que efectivamente hay dos leyes que operan en el hombre, pero una de ella es la que agrada a Dios que observemos; La ley del pecado, la ley que era hasta Juan, opera en los miembros del cuerpo, en la carne; La otra, la ley de la fe, la ley del Espíritu, ésta opera en la mente y en el corazón, tal como fue prometido, que esta ley nueva estaría escrita en nuestras mentes y en nuestros corazones, esta es la ley que Dios espera que observemos, por esta ley nos deleitamos, y por ella alcanzamos la gracia; De manera que con la mente observamos la ley de Dios, con la que todo lo ganamos, y con nuestro cuerpo, es decir, en la carne, observamos la ley del pecado, la ley que era hasta Juan; De manera que ambas operan, mas el reino lo ganamos con la ley que opera en la mente y en el corazón.
El hombre que aún no ha comprendido esto, es porque ha conocido tan solo a la ley que opera en los miembros del cuerpo, la ley del pecado, la ley básica, la ley de los ritos, la ley del hombre natural, la ley del hombre exterior, la ley del hombre visible; Pero el que ha conocido la verdad, este conoce la ley del espíritu, la ley del hombre interior, la ley que busca perfeccionar al hombre para Dios, la ley de la promesa, la ley que salió de Sion. La ley que opera en el hombre interior perfecciona, la otra no puede perfeccionar al hombre, de forma que mediante la ley de los miembros nadie puede alcanzar perfección, y si nadie alcanza perfección, nadie puede ser heredero de la tierra juntamente con Cristo, por eso la necesidad de la ley del hombre interior, pues mediante esta ley, sí alcanzamos perfección, alcanzamos herencia.
La ley de la imperfección opera en el lugar Santo, pero la ley de la perfección opera en el lugar santísimo, al cual de antiguo no entraba cualquiera aunque tuviese linaje Levítico, sino que entraba sólo el elegido; Así mismo, a la Iglesia de los hombres entran todos los llamados, a como en el lugar Santo entraban todos los llamados al Sacerdocio Levítico, pero al lugar santísimo de la Iglesia, esto es, el hombre interior de cada miembro escogido, lugar en donde no entra sacerdote humano alguno, ahí sólo penetra el Sacerdote escogido por Dios para ministrar en él, Cristo Jesús, mediante el Espíritu Santo, al igual que en la antigüedad en el lugar Santísimo sólo ingresaba Moisés. Entonces, en las Iglesias del mundo opera la ley de la letra, la ley semilla, la ley del pecado, la ley de los miembros, la ley que era hasta Juan; Pero en la Iglesia de Dios, esto es, el lugar Santísimo, esto es, el hombre interior, ahí, opera la ley de la promesa, la ley del Reino, la ley del Espíritu, la ley de la perfección, la ley de la fe, la ley de la verdad, la ley que no es sombra sino el cuerpo de donde salía la sombra.
En las Iglesias de los hombres, la cual es visible y se cuenta entre las naciones opera la ley que era hasta Juan, y en la Iglesia de Dios, la cual no es visible, y por tanto no se cuenta entre las naciones, opera la ley de Cristo, esta es la ley de la promesa, de la cual se nos dijo “Pondré mi ley en sus corazones” aquí entonces es donde opera lo dicho por el salmista “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría” (Salmos 51:6).
Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes