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La mutilación de artículos y libros, como su quema es una antigua tradición de los comunistas
El Reloj del Tiempo
En una oportunidad, el jefe de redacción del diario Noti Tarde, A. J. Sánchez fue llamado de Caracas a Valencia para cubrir una suplencia del periodista Jesús Lukart, a los días. Muy en la tarde me llamó y enseño varios artículos que me tenía este periodista engavetados y me prometió publicarlos antes que regresase a Caracas,
La mutilación de artículos y libros, como su quema es una antigua tradición de los comunistas y nazis en su recorrido por el mundo.
El periodista Volker Weidermann ha recuperado y recopilado en la obra “El libro de los libros quemados”, las biografías de 131 autores incluidos en las listas negras nazis. Los nazis, primeramente, perseguían los libros tanto de judíos vivos como muertos, como es el caso de Heine. Los estudiantes nazis justificaron la quema alegando que si un judío escribía en alemán estaba mintiendo, y que deberían limitarse a escribir en su idioma, el hebreo.
Actualmente, leo literatura japonesa y china tratando de corregir algunos vacíos en el desplazamiento de los símiles hacia una realidad periódica, me ha costado enlazar esta hilación de carácter narrativo.
Heinrich Heine, judío que había muerto en París en 1856, era odiado por los nazis, quienes estaban deseosos de eliminarle de todas las bibliotecas. Este autor es conocido por su frase histórica que se repite siempre en este día para recordar los acontecimientos sucedidos: “Donde se queman libros se terminan quemando también personas”.
En segundo lugar, se perseguían obras y autores pacifistas como Erich Maria Remarque y Arnold Zweig, que aparecieron sin duda en las primeras listas. Además, eran autores que los nazis vinculaban con el socialismo y el comunismo, como también lo fueron AnnaSeghers o Heinrich Mann.
No sé, esta insistencia de los comunistas y socialistas de hoy, de quemar libros y arrasar con toda concepción llamada progreso para dar los caminos sombríos y llenos de terror, con la calavera como fantasma, cruzando las veredas de los pueblos.
Por último y en tercer lugar, se persiguieron todas las obras de autores extranjeros, como Ernest Hemingway, John Dos Passos y Máximo Gorki. A pesar que el primero tiene una vieja mansión en Cuba
También habría que destacar a Thomas Mann, quien al inicio no estaba convencido de querer colaborar con su hijo Klaus en la revista “Die Sammlung”, en donde se recogían textos de escritores emigrantes. Unos años después, Mann finalmente se alió con la resistencia a la quema y persecución acompañando a sus hijos y a su hermano, el antes mencionado Heinrich Mann, convirtiéndose en una figura importante de la oposición intelectual al nacionalsocialismo.
Las dudas de Mann y su actitud vacilante nos advierten que muchos autores de la época no decidieron formar parte de la resistencia, sino que optaron por apoyar la causa nazi, respaldándola abiertamente.
Para finalizar os dejamos un dato curioso: los escritores soviéticos cuyas obras fueron lanzadas a la hoguera, fueron también perseguidos anteriormente por los estalinistas. El claro ejemplo es Isaak Babel, fusilado en la cárcel de este régimen en Butyrka, en 1940.
Sería una lástima que sea, ante la pira ardiente, que volviésemos a recordar el llamado de una intelectual de Morena a quemar los libros de Mario Vargas Llosa, porque el Nobel de Literatura sugirió que votar por AMLO sería el suicidio de México.
López Obrador, es un candidato político por la presidencia de México que pareciese un fantasma, porque casi no le veo en las redes y medios publicitarios y, sin duda, tiene un alma castrista y su aliento es chavista. Es una lástima que la izquierda, sea tan severa con sus propios combatientes.
Solo en Berlín, en la antigua plaza Opernplatz (hoy Bebelplat), meses después de la llegada al poder de Adolf Hitler, sus seguidores quemaron más de 20.000 libros de tendencia comunista y pacifista,
Y que se siente cómodo rodeado de Fernández Noroña, que anda en Caracas tan extasiado llorando la muerte de Chávez, que olvidó que éste murió hace sólo cinco años y tuiteó que estaba triste por la muerte de Chávez hace “cincuenta años”.
Es decir, perdidos en el espacio. O de la historiadora Carmen Bojórquez, quien propuso una quema de libros de Vargas Llosa, porque éste dijo que AMLO representa el pasado. La militante de Morena argumentó que el Nobel andaba de “metiche” y “derrapó” con sus críticas.
¿Es demasiado recordar que Alemania se iluminó la noche del 10 de mayo de 1933 cuando seguidores de Hitler prendieron fuego a miles de libros que criticaban el nacionalsocialismo? Sí, hasta para críticos de AMLO estas comparaciones son “demasiado”. Pero no es “demasiado”. Hace poco, los aliados de AMLO de la CNTE raparon a maestros que no se sumaron a su paro de clases: una práctica de instintos fascistoides y una de las muestras de odio más infames en la historia del mundo.
Turbas obradoristas obligaron a maestras a dejarse cortar el cabello, con carteles humillantes en el cuello: “Nos pelonean por traidoras. llamo María Dolores Guillén”. Ajá, como en otra noche alemana, la de los Cristales Rotos: la gran cacería de judíos del 9 de noviembre de 1938.
Vejaciones similares cometieron los franquistas durante la Guerra Civil española a más de 20 mil mujeres familiares de republicanos o hasta por haber sido planchadoras para el Ejército de la República, rapándolas a modo de escarnio público.
Así, procede el Grupo Podemos de Pablo Iglesias en Cataluña y Madrid, soberbios como ellos solos. Profesores hombres también fueron obligados a caminar descalzos, con cartones rotulados al cuello. Son prácticas abominables de la historia, que evocan a los purgados de la revolución cultural china y el aborrecimiento a Mao Zedong al final de su período vivencial.
Cuando íbamos a bailar con Orlando y su Combo o Los Blancos en la ciudad de Guanare, Edo Portuguesa, unos tres jóvenes nos arengaban con expresiones insolentes porque no escuchábamos al joven profesor universitario Adam Chávez, en sus tertulias sobre comunismo, olvidando que éramos socialdemócratas, pero, de una línea de avanzada progresista, pero, no copeyanos como ellos y engañando a los ciudadanos como si fuesen de verdad comunistas.
Donde se queman libros se terminan quemando también personas”. Esta frase del poeta Heinrich Heine cobra vigencia cada vez que se recuerdan los vergonzosos hechos del 10 de mayo de 1933 en Alemania. En aquellas nefastas jornadas universitarias y profesores en Berlín y otras ciudades quemaron en las plazas públicas los libros que consideraban indeseables y perjudiciales para el espíritu germánico.
Ahora, los comunistas del Caribe, se creen germánicos.
Este hecho de persecución intelectual, cultural y política, que fue presenciado y auspiciado por miles de personas en toda Alemania, marcó el inicio de la persecución política, el ascenso del nazismo en Alemania y fue una premonición de los hornos en los que fueron eliminados los cuerpos de millones de personas que tenían una fe, una raza o una cultura diferente.
Así pasa en Venezuela y, acaba de pasar en el Junquito.
en especial de autores judíos como Karl Marx, Heinrich y Thomas Mann, Stefan Zweig, Erich Kastner o Sigmund Freud. Pero la quema pública de libros no fue espontánea. Su preparación comenzó un mes antes, cuando el 6 de abril la Asociación de Estudiantes Alemanes Nazis anunció una purga literaria del “espíritu no alemán” mediante el fuego. Desde ese momento empezaron a conformarse listas negras de autores y libros, al mejor estilo de la inquisición católica. Dos días después, la Asociación de estudiantes redactó un manifiesto en el que exponían los fundamentos de un idioma y una cultura nacional "puros".
En vez, de aclarar las cosas, nuestra izquierda latina debe actuar en derecho y verificar sus fines políticos y económicos, declaraciones como ésta y más de una historiadora, perjudica a un sentimiento nacionalista y México, es un punto álgido para los Estados Unidos de Norteamérica., lo que se debe hacer es recuperar los recursos perdidos y la gran cantidad de dólares donados por Venezuela a través de La Habana, totalmente perdidos.
Hay un mal manejo de los conflictos, quemar libros es un delito soberano contra la cultura de los pueblos. Hay que crear un status especial y certificar en archivo, la misma historia.
La izquierda latina, está en manos de una dirigencia equivocada y perniciosa.
Así pasa en Venezuela y, acaba de pasar en el Junquito