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En “María", la madre de Jesús, está la clave de un poder y una bendición muy grande para quienes creemos en ella

13/09/2011 15:30 2 Comentarios Lectura: ( palabras)

María no sólo es la madre de Jesús, es madre e intercesora nuestra ante Él

En la frase, “María, madre de Jesús y madre nuestra”, está inmersa no sólo la voluntad de Jesús en la cruz, sino la clave de un poder y una bendición muy grande para quienes creemos en ella. Hablar de María es hablar de paz, de tranquilidad, de amor, de entrega, de humildad, en otras palabras, hablar de María es hablar de virtudes. La madre de Jesucristo se hizo nuestra madre en el momento en que él mismo nos la entregó en la cruz cuando le dijo a Juan, el discípulo que más amaba: “Ahí tienes a tu madre”; y dice el texto que desde aquel momento él se la llevó a casa. Así María se convirtió en la madre de toda la humanidad creyente, y en el modelo que todo hijo puede desear.

Pero María no sólo desempeñó el papel de madre de Jesucristo, sino que también lo acompañó en su misión de ser el redentor del mundo, pues estuvo presente en su pasión, muerte y resurrección, con una fortaleza tal, que sólo la “Madre de Dios, podía ostentarla.

María también está presente en el primer milagro que hizo Jesús, o sea, en las “Bodas de Caná”, y es allí donde se puede ver más claramente su misión, pues ella fue quien le pidió a Jesús que ayudara a la pareja de recién casados que se había quedado sin el vino para sus invitados. Si uno se detiene un poco en este texto, comprende el poder, por así decirlo, que ejercía María sobre Jesús, o quizás vemos como Jesús era obediente y respetuoso con su madre; así que no importa como lo entendamos, el resultado es el mismo. El relato dice que Jesús estaba invitado a la boda junto con sus discípulos y que María también estaba allí. Ella se da cuenta que se termina el vino y simplemente le dice: “No tienen vino”, y Jesús le contestó: “Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora”. Pareciera que Jesús está enojado, pareciera que no quiere que María se ocupe de esas cosas, o pareciera que le quiso decir que no se metieran en lo que no les importaba; quizás suene duro pensarlo de esa manera, pero si vemos otras versiones del mismo texto, son mucho más fuertes:

Leer la Biblia es estar en contacto permanente con Dios y con sus deseos. Y María es entonces una respuesta para esas preguntas que a veces parece que no tienen solución

“Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha llegado todavía”. (Dios Habla Hoy).

“Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? No es aún llegada mi hora”. (Nacar Colunga).

“¿Qué tengo yo contigo, mujer? todavía no ha llegado mi hora”. (Biblia de Jerusalén).

Es claro que Jesús, en ese momento, no es estaba interesado en realizar ningún milagro, pero María si tiene muy claras las cosas y por eso no intenta persuadir a su hijo para que le haga el favor que le está pidiendo, sino que como buena madre sabe que su hijo es obediente, y simplemente se limita a decir: “Hagan lo que él les diga”. Es hermoso darse cuenta del poder que ejerce María sobre su hijo, o de la calidad de hijo que es Jesús, pues no tiene más remedio que obedecer a su madre. Y es así como Jesús realiza el maravilloso milagro de las “Bodas de Caná”. Además, no me imagino a María regañando a Jesús, como hacemos usualmente las madres cuando nuestros hijos no nos obedecen. Es la autoridad de María, y la obediencia y amor de Jesús por ella, lo que hacen que este milagro hoy trascienda nuestras vidas, porque así mismo es cuando por medio de María, le pedimos algo a Dios. Las cosas funcionan con una lógica increíble: Nosotros ponemos en manos de María nuestras inquietudes, tristezas o necesidades; María las lleva ante su amado hijo; Jesús como la ama y la respeta, le obedece; entonces, como Jesús es el único que puede interceder ante el Padre, le entrega la petición que María puso en sus manos, y es así como se desencadena una serie de respuestas, milagros, o como lo queramos llamar, que hacen que nosotros los creyentes podamos acceder a las bendiciones prometidas por el Padre Creador. Entonces, por ser María, madre de Jesús y madre nuestra, debemos, venerarla, imitarla en su fe, en su esperanza y en su amor a Cristo. Y como creyentes que somos, y por lo que significa ella para nosotros, debemos orarle para pedir su ayuda y protección. Así mismo, debemos rendirle culto para agradecer a Dios lo que hizo en ella, y para reconocer que es nuestra madre intercesora.

Finalmente, es maravilloso comprobar, que al alcance de nuestras manos están las respuestas que necesitamos para poder vivir como Dios quiere, sólo tenemos que hacer uso de la “Palabra” que nos dejó, ya que es la única manera para poder vivir conforme a su voluntad: Leer la Biblia es estar en contacto permanente con Dios y con sus deseos. Y María es entonces una respuesta para esas preguntas que a veces parece que no tienen solución.

María no sólo desempeñó el papel de madre de Jesucristo, sino que también lo acompañó en su misión de ser el redentor del mundo


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Creisa (03/10/2011)

Había leído este pasaje, pero no lo había mirado desde este punto de vista. Muy interesante y muy constructivo. Gracias.

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Benditas Palabras (08/10/2011)

Gracias a ti Creisa por leer y opinar, pero sobre todo gracias por hacer que influya en tu vida.