Hoy la justicia nos ha brindado una de esas sentencias que dejan estupefactos a propios y extraños. La Sra Cifuentes ha sido absuelta de los cargos que se le imputaban en el caso Master. No han encontrado las pruebas acusatorias necesarias para creer en su culpabilidad. En cambio a su asesora sí y a la profesora de la universidad también. 

A los habitantes de este país, nos resulta extraño este tipo de sentencias. La sensación general es que hay dos tipos de justicias, una para los políticos y poderosos y otra para el resto de ciudadanos. Hace algún tiempo, un amigo le ofrecieron un curso subvencionado por el Estado. En dicho curso, supuestamente estaba pagado en base a la parte que la Seguridad Social nos quita en las nóminas y dedicadas a formación y empleo. El pobre hombre creyó a aquella señorita muy bien uniformada y con buenas palabras y solicitó el curso. No le mencionó un pequeño detalle, él debía adelantar los cuatrocientos euros y luego la Seguridad social se los devolvería restándole de la aportación que hacía en la nómina de sus trabajadores. Le llegó todo la documentación del curso y se la entregó al empleado. su sorpresa fue que incluía un documento donde debía ingresar dicho dinero por anticipado. Se negó y lo llevaron a juicio. Por supuesto perdió el juicio y fue condenado porque no había leído la letra pequeña de aquel contrato y no había pruebas de que aquella señorita no mencionara el detalle y por consiguiente, actuara de mala fe. La lección le quedó bien aprendida a mi amigo. 

La justicia, debe ser aleccionadora, además de sancionadora

No es extrapolable ese caso a éste. Pero si la Sra. Cifuentes, a sabiendas de no haber hecho el master de la discordia, no haber ido a clase, no haber presentado trabajo alguno, se dedicó a presumir delante de los medios, del documento firmado que le acreditaba haberlo hecho, supongo que alguna culpa tendrá. Si además, rebajan la pena a la persona que ha colaborado con la justicia, alegando que firmó aquel documento por miedo. ¿Alguien le obligaría y la amenazaría para tener ese miedo? Si nuestro políticos, no se enteran de nada, porque sus asesores siempre son los culpables: si como en el caso Urdangarín, su esposa no se entera de nada; si en el caso de Julian Muñoz, su pareja no se enteraba de nada; si otros muchos no se enteraban de las cajas B, de los Ere, de los gurtel, los correa, los brugal etc, etc...y mi amigo tenía que haber leído hasta la última coma de un contrato; si unos ancianos tenían que saber lo que firmaban en una preferentes de un banco, si quienes firmaban una hipoteca tenían que saber que en la pagina treinta en el apartado c-1 había una clausula enrevesada en la que decía que te cobraban intereses sobre los intereses...algo falla aquí. 

La justicia, además de ser justa (valga la redundancia) debe ser aleccionadora. Mi amigo aprendió de no fiarse de nadie, los ancianos aprendieron de no fiarse de sus banqueros por muy amigos que fueran, los hipotecados aprendieron que hay que mirar las clausulas y saber que se firma, pero ¿Que aprenden los políticos y poderosos? Muy fácil, que pueden seguir mangoneando porque la justicia les va a dar la razón. Simplemente basta recordarles a sus señorías que están colocados por expreso deseo de los partidos políticos y pueden hundirles la carrera si sentencian a su favor. 

Hay dos justicias, una para los poderosos y otra para el resto de ciudadanos

Luego nos querrán vender la moto, como se dice en el argot callejero. Que la justicia es independiente, que los partidos políticos no intervienen y bla, bla, bla.