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La mayoría de edad: el absurdo idilico

26/06/2009 14:00 1 Comentarios Lectura: ( palabras)

Un ensayo acerca de la mayoria de edad, dada desde un punto filosófico y argumentativo; no con el fin de atacar sistemas políticos, solamente con el fin de generar reflexión

¿Qué es ser mayor de edad?; ¿llegar a una edad requerida para adquirir un papel que lo acredite? La normatividad de un estado establece una edad límite en donde el adolescente pasa a ser parte de la población adulta y adquiere nuevos derechos y deberes para con el Estado. ¿Pero solamente ser adulto es llegar a esa edad? ¿Somos lo suficientemente independientes para afrontar la vida a esa edad establecida?

Alguien se ha preguntado alguna vez, ¿qué es la minoría de edad? No desde el ángulo de la normatividad colombiana, sino desde un punto de vista más filosófico, el de ser un hombre independiente; la minoría de edad, paradójicamente, no implica edad. La capacidad de poderse servir de su propio intelecto, sin orientación alguna y sin acatar a otra persona; esa es la verdadera frontera entre la independencia cerebral y el insulso régimen de monotonía y estupidez permanente de un alienado. Además, esta condición del ser humano es auto inducida (y a veces guiada), que cada uno de nosotros inyectamos ese veneno inconscientemente en nuestro cerebro, a veces por acción de nuestra pésima orientación educativa, social, política y cultural.

En el ámbito de la educación colombiana, se puede decir que ésta se ha ido degenerando a través de los últimos tiempos; lo dirigentes políticos convergen en el dopado de la conciencia del pueblo para así lograr sus fines netamente egoístas y jactarse de un papel “pintado” y demás misérrimas apariencias que exige el capitalismo contemporáneo. Hasta las más instintivas de las necesidades humanas se arremolinan para reunirse con las miserias de la humanidad. Las instituciones educativas se han convertido en lugares donde la alienación disciplina a los catecúmenos que profesan ser el futuro de un país “libre”; y en donde se tramitan ignominias entre ellos. Son sólo entes maleables, llenos de hormonas y con aires de invencibilidad o debilidad total; curiosos y hambrientos por los tabúes de la sociedad y más fácil de influenciar que a un perro con un trozo de carne. El amor por la enseñanza de algunos, son solo pequeñas luces en la penumbra de ignorancia e incompetencia de muchos instructores.

Son muy pocos los dirigentes políticos, que a través de las leyes y la hermenéutica del derecho, procuran formar mentes libres de prejuicio y con un alto sentido de liderazgo. Las multitudes quedan siempre esclavas, porque tienen necesidad de tender sus puños a la cadena. Nunca tendrán en el corazón el sentimiento de la libertad. No os dejéis engañar por sus vociferaciones3. A los pocos espíritus valerosos que se han opuesto y han proclamado la libertad y la justicia… han sido acribillados por el hierro maleado de la envidia y el egoísmo. Su único fin era que… como Ezequiel, apostrofaba las multitudes, queriendo infundir soplo de vida sobre las osamentas de esos pueblos, diezmados por el hierro de las guerras, devorados por los leones salvajes del despotismo, roídos en la noche de su ignorancia por los chacales de la religiosidad y de la fe4. En el ámbito cultural, muchos de ven atraídos por culturas de diferentes países y así, dando origen a esas denominadas culturas juveniles, que van desde propósitos netamente imbéciles, hasta la búsqueda de una raza superior. Todos estos grupos se ven conformados por los problemas de la adolescencia, acompañados de la inseguridad, baja autoestima, búsqueda de una identidad y miedo a la soledad.

La educación en nuestro país el algo que no es de mayor relevancia para el preponderante ocupante de la silla presidencial, cuya única finalidad es cumplir a cabalidad la extinción de la amenaza terrorista en el país. Ni mucho menos para la interminable fila de escritorios que preceden el dominio de la “buena” educación.

Además, nuestra sociedad se ve absorbida por el sistema capitalista y la mayoría de las relaciones sociales se efectúan tal cual relaciones mercantilistas. La amistad, el amor, la justicia, la bondad, la paz… se ven mediadas por el dinero, no en todas las ocasiones claro está. Generando prejuicios y la pérdida del sentido de las relaciones humanas; se pierde la búsqueda del bien común. La felicidad del hombre moderno consiste en atragantarse de artículos que provee el mercado, divertirse, conocer gente, fornicar, comer y defecar; esas satisfacciones son llamadas felicidad, auspiciada por el dinero, claro está; que hasta por “cagar” fuera de la casa cobran. Nuestro carácter está equipado para intercambiar y recibir, para traficar y consumir; todo, tanto los objetos materiales, como espirituales, se convierten en objeto de intercambio y de consumo5. De el sistema actual se puede decir que cuyo único resultado es la enajenación del hombre de sí mismo, de la sociedad, de su entorno. Y lo peor de todo es la tendencia generalizada al conformismo y a la vida fácil, que se ha ido propagando como una peste; entregando sueños y aspiraciones a expresiones de la divinidad, al destino o al azar. En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida6.

La población joven (en gran parte) da prioridad excesiva a las ociosidades y a la plétora de los placeres sensuales es decir, al desperdicio del tiempo libre. Estas prelaciones están encima de la responsabilidad que implica ingresar a un centro educativo o al mundo laboral. Pocos son los que tiene acceso a una educación superior, pocos los que saben aprovechar la oportunidad. Escasos lo que logran trabajar (especialmente en esta ciudad) e invertir en educarse. Algo que pertenece al inmaduro es no saber utilizar los recursos que tiene a su disposición y convertirse en un parasito necrófago y arrogante, ostentando el titulo de prócer, sin ni siquiera tener la seguridad de lo que dice. Otros solo buscan su identidad perdida en la alienación social, en un campus universitario, o en la monótona asistencia a bares y burdeles, a donde algunos asisten sin falla todos los fines de semana. No es que yo sea una apacible paloma de ese que llaman dios, yo hago algunas de esas cosas ocasionalmente, es obvio que todos necesitamos entretenimiento, alguna de liberarnos o alguna denominación de ocio que nos relaje o distensione de el estrés que nos genera el trajín diario, bueno, de acuerdo al estilo de vida de cada quien; simplemente hago hincapié en que hay mejores formas de aprovechar el día mientras se es joven y que hay formas más nobles de deleitar el espíritu; que no todo es la vida social o sacar un mejor provecho de las relaciones sociales trabajando con unanimidad por un fin público.

Casi la totalidad de nosotros, somos moldeados como apaciguas criaturas que son guiadas hacia un “matadero”, por instituciones técnicas adoctrinadoras de conciencias, con énfasis en perfilar las piezas de una escultura de arte moderno, llamada neoliberalismo; u otras simplemente se limitan a dictar una instrucción de pésima calidad, con el fin de lucrarse de ello. Además de la contribución de oficinas gubernamentales y altares religiosos, en donde se tramita la libertad en todos sus matices. En donde se encargan únicamente de mostrarnos los “peligros” de alejarse del rebaño, de liberarse del yugo de la ignorancia y el despotismo. Aunque se permite razonar todo lo que queramos, obedecemos. El estado no es más que el lazo que quiere domesticar a ese animal carnicero, el hombre, y hacer de suerte que tenga el aspecto de un herbívoro1.

La hipótesis más acertada o viable para resolver dicha complicación, es tener el valor y desarrollar la capacidad de servirse de su propia razón; para que ésta sea el plato principal de la actividad productiva del hombre. Aunque desgraciadamente ocurre todo lo contrario; la pereza y la cobardía se vuelven la droga que adormece nuestra conciencia. ¡Claro! Como es bastante fácil permanecer en esta condición, la comodidad de no pensar; para qué, si los gobernantes corruptos piensan y deciden por nosotros; el cura de la iglesia dictamina y libra de todo “pecado” nuestra conciencia por unas cuantas monedas en el diezmo dominical… es innecesario esforzarse? Si solo puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá tan fastidiosa tarea.2

Ahora bien, alcanzar esa independencia, salir del rebaño, mejor dicho; aprender a “caminar” por sí solos; nos llevará tiempo y trabajo, claro está, nos tropezaremos y caeremos, pero nos levantaremos y aprenderemos a caminar bien con el tiempo; todo implica un esfuerzo, voluntad y constancia (la vida nos retribuirá buenos frutos de esto). Pero alcanzar la mayoría de edad no es solamente un proceso individual, es un proceso colectivo; aunque, por otro lado no es posible la masificación del conocimiento, pues esto acarrearía muchos prejuicios; el proceso de “erudición” es lento.

La personas que conforman la masa, el pueblo ignorante que blande cuan espada, al prejuicio; la mayoría de ellos es tan llenas de opiniones, su estado de pueril ignorancia, el cual es dignificado por el hecho de ser pobres; en el sentido que no poseen lo suficientes recursos económicos para aspirar a grandes cosas, eso no es sinónimo de la pobreza mental; muchos se escudan en la falta de dinero y oportunidades para justificar su miseria y su fracaso. Aunque hay unos que utilizan la manta del paradigma para seducir mentes jóvenes a los obscuros antros del adoctrinamientos y la conformidad, a través de sofismas clásicos. La mayoría de las personas tienen la voluntad al servicio de los placeres, se hace lo que se place, vive en función del placer; no educan la voluntad para aspirar cosas magnánimas, evitan el esfuerzo del pensamiento; el cual yace en ellos como un cadáver en su bóveda craneal. El intelecto es el mozo de carga obligado a dura labor, a quien su amo, muy exigente, la voluntad, desde el amanecer hasta el anochecer. Pero si este mozo trabaja algo en sus horas libres, voluntariamente, sin intenciones secundarias, sólo hará propia satisfacción y goce: entonces crea una verdadera obra de arte y hasta de genio.7

Por último cabe resaltar que los mejores pueblos y los espíritus más sobresalientes no son aquellos a los que le imponen normas, son los que se impone normas a sí mismo, con unanimidad. La razón es una sola, lo importante es el uso que le damos.

1 Tomado del libro “El amor, las mujeres y la muerte” capitulo, “la política” autor, Arthur Schopenhauer, pág. 123

2 Tomado de “RESPUESTA A LA PREGUNTA ¿QUE ES LA ILUSTACION?” Berlinische monatssschrift, diciembre de 1784. Autor, Emmanuel Kant, pág. 29

3 Tomado del libro: “IBIS”, autor: José María Vargas Vila; pág. 23

4 Tomado del libro: “IBIS”, autor: José María Vargas Vila; pág. 20

5 Tomado del libro: “El arte de amar”, autor: Erich Fromm; pág. 87

6 Tomado de: Elogio de la dificultad, autor: Estanislao Zuleta. Palabras pronunciadas al recibir el título de Doctor Honoris Causa en Psicología de la Universidad del Valle

7 Tomado del libro “El amor, las mujeres y la muerte” capítulo III, “pensamientos respecto al intelecto en general y en todas sus relaciones” autor, Arthur Schopenhauer, pág. 198


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Sangre Heleada (1 noticias)
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hola (17/08/2010)

de verdad yo estoy totalmente de acuerdo
osea, ni a los 16 o 17 años tu eres un niño, ni a los 18 o 19 años eres del todo un adulto... pero sin embargo la ley lo ve asi, yo pienso que debeira hacer un tipo de ciudadania especial para la poblacion considerada "joven"... que segun las naciones unidas es entre los 15 a los 24 años