Hinchas de ambos equipos se mezclaban entre sí. Al Atanasio había que llegar con la mejor pinta, la casaca roja y verde. En familia, con amigos, era el momento de disfrutar un espectáculo, que sin duda estaba garantizado.

Cortesía: Colombia.as

Nadie se esperaba una lluvia de goles. Para el hincha: un juego para no olvidar, para los técnicos: cosas por corregir.

Celebraciones iban y venían. No había tiempo de festejar, pues ninguno quería perder el clásico 294.

Al final, el rojo se quedó con el juego del semestre, tumbó el invicto de Nacional, pero lo más destacado: el comportamiento de las fanaticadas que salieron a gusto.

El rojo ya piensa en el Deportivo Cali su rival en los cuartos de final.

El verde pasó la página y ahora enfila baterías para verse las caras ante Jaguares.

El primero y el segundo de la liga demostraron por qué cabalgaron todo el semestre. No ahorraron una gota de sudor. Medellín y Nacional ahora buscarán el título de mitad de año.

No hay duda que los hinchas vivieron un clásico en paz.