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China está al lado del dictador ruso que tuvo la fatídica decisión de invadir Ucrania
Bomberos trabajan en el incendio de un edificio tras los bombardeos en la ciudad de Chuguiv, en el este de Ucrania, el 24 de febrero de 2022. (Aris Messinis/AFP vía Getty Images)
Por: Anders Corr, Epoch Times
Mientras llueven mortales misiles en Ucrania debido a la fatídica y mal concebida decisión de Vladimir Putin de invadirla, un destacado país está al lado del dictador ruso: China.
Tras firmar un amplio acuerdo estratégico con Putin el 4 de febrero, Xi Jinping se une de hecho a un pacto de Moscú contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El aliado menor de China, Irán, también señaló su apoyo a los dictadores al condenar a la OTAN como culpable del crimen que Rusia está llevando a cabo.
La condena a la expansión de la OTAN es la condena a la autodefensa de la democracia europea. Esa postura contra las garantias democráticas es fundamental para los sistemas de alianzas que está creando China.
Las tres dictaduras afirman que la OTAN es ofensiva, cuando es claramente defensiva. Ignoran el derecho de los pueblos y países de todo el mundo a elegir a sus propios líderes en elecciones justas. Rechazan el derecho de las naciones a elegir sus propias alianzas defensivas basadas en valores democráticos compartidos. De este modo, desprecian la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948.
Pekín, Moscú y Teherán, arrojan por la ventana las leyes normales de la decencia que siguen todas las naciones donde los misiles de Putin han estallado. Xi busca controlar el mundo. Teherán se ha puesto a la cola. Y Putin está haciendo lo mejor que puede como socio de segundo nivel al dar el primer golpe para nuestro futuro antiliberal.
Lo que Putin hace hoy con Ucrania, Xi lo hará mañana con Taiwán. Teherán hará lo mismo en Irak y Siria. Las tres luchas en curso están inextricablemente vinculadas, ya que los dictadores en jefe del mundo buscan cada vez más poder, asumiendo con arrogancia que la OTAN y sus amigos son demasiado cobardes para oponerse militarmente.
Grupos de combate de la OTAN de Estonia y Reino Unido durante un entrenamiento militar en el Área Central de Entrenamiento en Lasna, Estonia, el 8 de febrero de 2022. (Paulius Peleckis/Getty Images)
Piensan que logrando que sus países sean a prueba de sanciones, entrelazando sus economías, desviando su comercio entre sí y denominando sus contratos cada vez más en yuanes en lugar de dólares, mantendrán a salvo sus nuevas conquistas.
El 24 de febrero, el día del primer ataque con misiles a toda Ucrania, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China se puso del lado del agresor. El ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, y la portavoz del ministerio denunciaron a Estados Unidos, validaron “las legítimas preocupaciones de Rusia en materia de seguridad” y complicaron la agresión aludiendo a los agravios históricos “específicos” de Moscú.
El apoyo de China a la invasión rusa puede ser sutil, pero poderoso bajo la superficie, ya que Pekín garantiza a Moscú un salvavidas económico en caso de sanciones. Pekín sabe que este apoyo puede devolverse con sanciones secundarias sobre la economía china. La empresa china UNIPEC ya no pudo encontrar un barco para transportar el crudo ruso.
Después de la reunión del 4 de febrero entre Xi y Putin, “los principales líderes de China se reunieron a puerta cerrada durante varios días para discutir la crisis de Ucrania, según personas familiarizadas con el asunto”, informa el Wall Street Journal.
“Entre sus preocupaciones, dijeron estas personas, estaba el riesgo de sanciones financieras y comerciales impuestas por Washington en respuesta a cualquier ayuda que Pekín pudiera dar a Rusia para evadir las sanciones de Estados Unidos”.
De hecho, Estados Unidos y nuestros aliados pueden -y deben- sancionar a Rusia junto con China por su papel facilitador en la invasión. Sin la promesa de Xi de ayudar financieramente a Rusia, Putin no podría haber tomado la decisión de invadir.
La respuesta de la OTAN a la invasión rusa en general no puede aislarse de la amenaza china. Hacerlo sería ignorar el núcleo de la alianza antiliberal de Pekín. Las democracias de todo el mundo que deseen defenderse de estos autoritarios en ascenso deben contar con una estrategia global, en cuyo núcleo se encuentra la eliminación del Partido Comunista Chino (PCCh) de su función de coordinador.
Estados Unidos ha hablado del “pivote hacia Asia” desde el presidente Barack Obama, incompleto dos administraciones después. Los sistemas de alianzas de Estados Unidos están bifurcados entre la OTAN en Europa, y nuestros ejes en Asia, que son tan frágiles que sin Estados Unidos se desmoronarían. Además, la crisis ucraniana amenaza con hacer descarrilar el pivote, lo que causalmente es lo que quiere el PCCh.
El 19 de febrero, el primer ministro británico, Boris Johnson, pidió con razón una nueva OTAN mundial.
“Si Ucrania es invadida, la conmoción sacudirá a todo el mundo”, dijo Johnson, quien advirtió que los regímenes autocráticos de Asia y más allá “sacarán la conclusión de que la agresión paga y que el poderío es lo correcto”.
La OTAN no puede seguir pensando que la protección de sus miembros se limita a Europa. Mientras China, cuya economía es aproximadamente 10 veces la de Rusia, siga manejando los hilos de los dictadores de todo el mundo, la OTAN debe abordar la raíz del problema en Asia.
A pesar de la tentación de centrarse en la violencia televisada que probablemente se despliegue a diario desde Ucrania durante las próximas semanas, debemos adoptar una visión estratégica más amplia y examinar el origen de esa violencia, que es la influyente antipatía de Pekín tanto por la democracia como por la alianza democrática más poderosa del mundo: la OTAN.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las de The Epoch Times.
Traducción: Lucía Aragón