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Si el propósito es conducir la difícil sociedad colombiana hacia un reordenamiento conductual y la definición de parámetros morales y éticos, acogidos y aceptados por todos sería aceptable. Lo grave y riesgoso, es que arrastramos un legado de violencia que podría ser el detonante de otro conflicto
Por: ANGEL ALIRIO MORENO MATEUS
Poco a poco y día tras día, el país se va polarizando. Pareciera que todo obedeciera a una estrategia de política pública para conducir a la masa ciudadana a involucrase de lleno en los asuntos nacionales y tomar partido. Una estrategia nacional en la que ya se involucraron instituciones estatales, órganos de control y medios de comunicación. Falta la ciudadanía general y todo estará listo para que nos dividamos entre partidarios y adversarios de cada una de las causas.
Eso en principio no estaría mal si el propósito es el de conducir a esta difícil sociedad colombiana hacia un reordenamiento conductual y la definición de parámetros morales y éticos, acogidos y aceptados por todos. Lo grave y riesgoso del asunto, es que arrastramos un pasado, una historia y un legado de violencia que puede convertirse en detonante de situaciones difíciles y desencadenar en más violencia. Estamos en Colombia y no en Suiza; estamos en Cundinamarca, no en Dinamarca como decía Darío Echandia cuando se refería a la toma de decisiones de gobierno. No hemos alcanzado un adecuado nivel de desarrollo y menos un nivel de cultura y academia que nos permita el mismo nivel de discusión de la realidad nacional que nos llega procesado a través de la televisión.
El único actor político son las FARC que perdieron la conexión con los frentes
No todos pensamos lo mismo de la situación de la Fiscalía General de la Nación y de los contratos de doña Natalia Springer, ni tenemos la misma opinión del caso del Magistrado Jorge Pretelt Chaljub, a expensas de ser acusado por unos fiscales no abogados, para que sea juzgado por unos jueces no abogados. Ni todos seremos liberales y tampoco todos conservadores. Sin duda tendremos a la final que tomar partido, pero esto debe ser de la mejor manera, apartados de la estigmatización y el lenguaje descalificador que se está utilizando, sin gorretazos ni balazos. Alguna vez le escuche al hoy Procurador General de la Nación Alejandro Ordoñez Maldonado, que en Bucaramanga hubo un café para la tertulia política y una vez concluida, los unos salían hacia sus logias y otros a la iglesia, pero todos se respetaban sus conceptos y opiniones. Hoy veo un retroceso y hay veces que algunos quisieran armar no una tertulia, sino una carnicería para destazar al contradictor.
Mientras todo esto pasa, los creadores o gestores del plan de polarización, -que dicen ser los redentores- están haciendo los grandes negociados para lucrarse y asegurar económicamente a sus futuras generaciones, usando los órganos de control y los medios de comunicación para rendir a sus competidores emergentes. Y no queda ningún camino, porque el pueblo inculto y escaso de formación política, esta sometido a lo que le llega procesado por su desactualizado televisor al que no le entra internet o porque no le queda tiempo para acceder a esas cosas que por su misma condición considera triviales y sin importancia o sencillamente porque no tiene para pagarlo. El único actor político son las FARC que desde la Mesa de Conversaciones parece que perdieron la conexión con los frentes y estos mutaron hacia lo que ellos mismos con el establecimiento que negocian llaman bacrims. Colombia se está jodiendo.