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Europa y sus emblemáticas capitales siempre han sido un punto de atracción para los viajeros estadounidenses que suelen aprovechar los veranos para programar rutas completas que los lleven de un lado a otro del continente
Hoy en día, el público objetivo que visita estas ciudades de la vieja Europa se ha diversificado incrementando la cifra de visitantes procedentes de otros países y continentes: China, Japón, Australia, Nueva Zelanda... Pero la ruta de ciudades sigue siendo la misma, con sus monumentos incomparables, su historia y sus tradiciones. Lo mejor de todo es que este año, nos toca a nosotros disfrutarla, ¿nos acompañas?
La dificultad de organizar una ruta de ciudades europeas para las vacaciones de verano radica en elegir bien los destinos, combinar los trayectos para perder el menor tiempo posible en desplazamientos que no nos aporten demasiado y conseguir cerrar las reservas de alojamiento a buen precio y en las mejores ubicaciones posibles. Para ello, lo primero es saber renunciar. Sí, así de duro es esto de viajar: no se puede llegar a todas partes… a menos que tengas las cuenta bancaria rebosando dinero y todo el tiempo del mundo. Si es tu caso, adelante y mátanos de envidia. Si, por el contrario, estás como nosotros entre el común de los mortales, más te vale coger un mapa de Europa, un rotulador rojo y empezar a marcar aquellas capitales por las que tienes que pasar sí o sí. Cueste lo que cueste.
Primer parada: la Europa nórdica
Nosotros te proponemos empezar tu viaje por el norte, haciendo un Helsinki - Oslo - Estocolmo para abrir boca y aprovechar el fresquito mientras el resto de Europa se reclina sobre las hamacas de las playas. Subirte al invierno. Estrenar camino en Finlandia, pero lejos de las zonas urbanizadas, directamente perdiéndote unos días en sus bosques. Existen en sus montañas cabañas de madera que se pueden reservar como alojamiento y que son más que recomendables: son perfectas para desconectar de verdad de la ciudad, las rutinas y las obligaciones. Pasar 2 - 3 días haciendo senderismo junto a lagos y colinas, practicar otros deportes al aire libre, disfrutar observando las diferencias de luz que se da en esta zona de Europa con respecto al resto del continente… Todo lo que encontrarás en las zonas de montaña de Finlandia son buenas forma de borrar el estrés de tu vida antes de continuar el viaje.
Sigue ruta hacia Estocolmo, la capital de Suecia, y déjate llevar por su buen ambiente (especialmente durante los meses de verano, las terrazas, parques, bares y restaurantes están más animados que nunca) y elige un hotel céntrico o un apartamento. La variedad es amplísima, eso sí: los precios en Suecia no son precisamente económicos y menos en su capital. Si tienes unos cuantos días para dedicar en territorio sueco, no dejes de visitar Gotemburgo -en la costa oeste de Suecia y con una imparable vida nocturna-, la ciudad de Halmstad -cerca de la también famosa Malmö- que cuenta con la mejor playa del país y que reúne más de una decena de campos de golf en sus alrededores, Visby, en la isla de Gotland, auténtica capital del verano sueco desde hace generaciones…
El salto a Oslo es casi natural. De Suecia a Noruega basta con poner ruta en coche, tren o avión para pasar de un país a otro casi sin darte cuenta. En Noruega, si puedes, no dejes de visitar los fiordos. Hay travesías en barco que se pueden reservar para el verano. También es interesante que, si estás unos cuantos días, te hagas con el Oslo Pass: tendrás acceso gratis a numerosas atracciones como la gran piscina del Parque de Frogner y a las de Toyenbadet, a los ferrys que te llevarán por los fiordos de la capital, al Museo Noruego de Folclore… Si quieres más información, en visitoslo.com encontrarás más detalles. Y, para organizar el resto del recorrido por Noruega (www.visitnorway.es), no dejes de incluir en tu ruta a Bergen y Stavanger, que son las dos ciudades más importantes de la zona de fiordos, en el área sur y dos de las capitales más naturales de todo el país.
Eso sí, has de calcular un par de días más por lo menos de viaje y saber que, llegado a las ciudades, dejar el coche particular suele ser complicado
Sin abandonar la inspiración nórdica de esta primera parte de la ruta, la siguiente parada es Dinamarca y su capital, Copenhague. Relax, tranquilidad, diseño, limpieza y puro amor por lo natural, lo social, lo auténtico, lo artesanal. Dinamarca y los daneses son toda una experiencia a la que dedicar tiempo: reserva al menos 3 días para estar en la ciudad y recorrer sus parques, sus calles del centro y sus bares y restaurantes más animados. Hazte la típica foto en La Sirenita, acércate a la Galería Nacional de Dinamarca -donde siempre hay exposiciones que merecen mucho la visita-, súbete a las atracciones del Tívoli -el parque de atracciones con más historia de todo el continente-, paséate por la plaza del Ayuntamiento de Copenhague (Radhuspladsen) y fíjate en las paredes del edificio institucional, pues es como un resumen de los principales personajes y episodios de la mitología nórdica a través de pequeñas figuritas y escenas representadas en piedra.
Europa central: de Berlín a Praga y Budapest
Tras Dinamarca, vuelve a la carretera (o al aeropuerto). Ahora te tocará poner ruta dirección Berlín: la capital alemana del arte, la electrónica, la arquitectura, la moda… Berlín lo tiene todo, desde festivales de verano a exposiciones en galerías de renombre mundial. Las zonas de compras son una locura, con ropa y complementos de todos los estilos y boutiques de objetos únicos y originales que solo podrás encontrar aquí. Gamberra, rebelde pero muy, muy acogedora, Berlín se merece en tu agenda 5 días. Alquila una bicicleta y déjate llevar a golpe de pedal por la curiosidad, de barrio en barrio. El centro -Mitte-, donde Alexanderplatz y los principales edificios institucionales, es la zona de compras más estándar; el barrio de Kreuzberg -justo al lado del centro- es uno de los más animados, jóvenes y de moda. Neukölln es el que parece que empieza a tomar su relevo… Y el de Schöneberg. No te pierdas los paseos por el Tiergarten, las noches junto al río en sus bares con terrazas sobre el agua, las playas urbanas, la Isla de los Museos, el famoso Zoo de Berlín y casi cualquier punto de la ciudad. Porque, vayas donde vayas, en Berlín, siempre hay algo que ver, que probar, que hacer.
Con toda la energía positiva que Berlín siempre deja en quien la visita, pon camino hacia Praga: una de las ciudades con más encanto histórico de Europa, llena de estilo y tradiciones, pero también una de las más caras del continente. La relación calidad precio de sus hoteles no siempre es la esperada (suele pasar como con otras ciudades de alto nivel turístico, tipo Venecia, Londres y París), así que busca tu alojamiento más por la ubicación que por los espacios, el diseño o el servicio. Un lugar para dormir un par de noches y descansar de las rutas que harás por la ciudad. Praga tiene ese halo de capital pequeña y coqueta que logra hacerse siempre con el corazón de sus visitantes. En pocas calles hay tanto que ver que 2 días te darán justito, eso, si te mueves a buen paso. Has de ver, sí o sí: la Ciudad Vieja -si puedes, reserva un hotel cerca del famoso Reloj Astronómico de Praga-; el callejón del Oro -donde vivió Kafka-; la Catedral, la plaza de Malà Strana, la de Wenceslao (que es donde dicen que se inició el fin del comunismo) y la cercana calle Narodni, que es donde podrás comer los platos más típicos de la capital y su entorno, ya que es donde se encuentran los restaurantes de cocina de toda la vida.
La siguiente parada en el viaje es Budapest, capital histórica de la Europa más aristocrática, clásica, noble y palaciega. La magia del Danubio, la belleza de las montañas que configuran la orografía húngara, el aroma de su gastronomía tradicional, el vapor que se desprende de sus balnearios… Todo hace de este destino un lugar para reposar y dedicar a la lectura, los paseos y el bienestar. Después de la primera parte de este viaje lleno de espacios naturales, zonas de compras, arte moderno y ciudades muy del siglo XXI, llegar a Budapest será para ti como volver atrás en el tiempo y sumergirte en una época donde la vida es más pausada y donde cada detalle importa. Para alojarte puedes elegir un hotel en Pest o en Buda, que son las dos zonas principales en las que se divide la ciudad. La zona más moderna y con servicios más cómodos es la primera, donde está la famosa Plaza de la Libertad -el lugar en el que se ubica también el IBEROSTAR Grand Hotel Budapest-, las boutiques más exclusivas y algunos restaurantes de referencia. La zona de Buda es un poco más antigua y está más cerca del Castillo. También tocada por el Danubio, lo ideal es que aproveches para hacer un recorrido nocturno por el río (algunos ferry incluyen cena que, si vas en pareja, es todo un acierto). Lo que no debes perderte, aunque solo te quedes un par de días en la ciudad, son los balnearios -algunos ofrecen hasta sesiones nocturnas de djs y fiestas especiales los fines de semana-; el Parlamento de Budapest que es uno de los más emblemáticos y hermosos de toda Europa; hacer una paradita a mediodía y descubrir los restaurantes de gulash; tomar el postre en la pastelería Gerbaud, en la plaza de Vorosmarty; subirte al funicular que te lleva al Castillo de Buda, pasear por los parques…