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La serie “El Comandante”: ¿Fortaleciendo un ídolo o destruyéndolo?

06/02/2017 11:00 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Después de escuchar críticas positivas y otras negativas, pensé estar preparado como venezolano para ver la serie sobre el expresidente Chávez, sin embargo las escenas golpearon mis sentidos, y concluí que observar historia cuando ya la has vivido es mucho más doloroso, porque la revives

“El Comandante” es una típica novela colombiana, encuentras semejanzas con las rentables narconovelas, pero presencias actuaciones y escenas como las de Betty la fea y Las Juanas, como en el estilo de los diálogos y el desarrollo de la historia de los personajes; es una semblanza de Hugo Chávez: su niñez, adolescencia, y por supuesto su rol como presidente de Venezuela. No obstante, el primer capítulo dejó marcada la editorial de la serie: representar a Chávez como un megalómano, inflado de ego y creído totalmente de una tarea mesiánica autodesignada.

En este sentido, la serie identifica a un hombre que valiéndose de una crisis absoluta de valores en el país: corrupción, ventajismo y descomposición social, generada por el desempleo y la falta de oportunidades, logra aglutinar oportunistas (empresarios, políticos y militares), que confían en que Chávez pudiera liderar un golpe de Estado que acabe definitivamente con el Gobierno de Carlos Andrés, pero en miras de instaurar otro régimen distinto, donde los militares serían los protagonistas.

Asimismo, la serie evoca la mítica simpatía que presuntamente Chávez tenía con sus compañeros militares, un liderazgo que utilizó para intentar el fallido golpe del 4 de febrero de 1992, donde los guionistas ubican en el clímax a un Hugo que huyó de la batalla, que no acompañó a los soldados y que los abandonó en la entrada al Palacio de Miraflores, destacando que todos sus compañeros habían logrado la victoria en los otros estados del país (Aragua, Carabobo y Zulia).

Continúan los guionistas en el primer capítulo representando a un Chávez responsable de las muertes de civiles y militares, que es donde genera la serie seguramente en todos los televidentes venezolanos, un sentimiento de nostalgia y odio por “El Comandante”.

Son ejemplo de ello: las fuertes imágenes de los soldados muriendo por el abandono de su comandante, los civiles que fallecen sin saber lo que realmente estaba sucediendo en Caracas, las familias que se enteran de la muerte de sus esposos, hijos y hermanos al día siguiente de la intentona golpista, aunado a la deplorable conducta de Chávez, quien repite que no se arrepiente de lo realizado, provocando en el observador doliente el recuerdo de ese fatídico día, pero además las consecuencias que hoy, 25 años después, estamos viviendo en el país.

La serie en los siguientes capítulos se torna más novelesca, y comienza a escudriñar en un Chávez más humano, el niño que creció con carencias en Barinas, y después el adolescente que por malas decisiones no logró concretar ninguno de sus sueños (primeros amores, jugar beisbol, etc), lo cual intenta justificar de alguna manera los diálogos del Chávez bribón y egocentrista que pareciere disfrutar su prisión por el levantamiento en armas.

En lo particular, el solo primer capítulo fue un éxito, y no tengo más que esperar de la serie o novela como quieran llamarla, porque nos recuerda la manera en que inició la crisis que hoy se vive en Venezuela, la forma en que el pueblo confió en un hombre que intentó tomar el poder por las fuerzas y que prefirió rendirse antes de acompañar en batalla a sus soldados, de un líder que nunca se arrepintió por las muertes que provocó, y que con un “por ahora” dejó su intención de seguir rebelándose contra la democracia. Esta serie nos recuerda que nada hay que celebrar el 4 de febrero de 1992, es una de las fechas más negras de la historia contemporánea venezolana, y así debemos enseñarla a nuestros hijos, y éstos a los suyos por el bien de nuestra Venezuela.

@marcotuliosoto


Sobre esta noticia

Autor:
Marco Tulio Soto V. (14 noticias)
Visitas:
4296
Tipo:
Opinión
Licencia:
Distribución gratuita
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