¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que James Kahlo escriba una noticia?
Negar la influencia de la tecnología para nuestra vida diaria es negar el último siglo, además del tiempo en el que llevamos en el nuevo siglo
Saber que hemos avanzado bastante en cuanto a proveernos de herramientas para resolver asuntos que a nuestros antepasados hace tres generaciones les parecía imposible, es directamente proporcional a la cantidad de problemas que nos creamos con la tecnología: ganamos tiempo con la representación digital de la moneda, pero perdemos mucho más con las plataformas que sostienen esta modalidad. De ahí que sea el arte quien se encargue de discutir todas esas problemáticas. La televisión, mediante las series, ha dado buenos indicios sobre ello. Aquí mencionamos un par.
Silicon Valley
Como lo anuncia su nombre, esta serie está basada en las peripecias que se viven en uno de los centros mundiales de la tecnología (y, por eso, de la actualidad): Silicon Valley. Allí, como sabemos, tienen su sede la mayoría de las empresas que invierten e innovan en tecnología y los patrones de vida se acomodan a las exigencias y excentricidades de los gurús del lugar.
En la serie, Richard y sus amigos -un grupo de geeks o tekkies- tratan de hacer lo que desean todos en el valle: hacerse millonarios con un invento tecnológico. Tienen talento, tienen bondad, pero les falta la suerte de los que saben nadar en un tanque de tiburones: así van tres temporadas en las que las peripecias no se han detenido. Lo mejor: la parodia a las excentricidades de estos jóvenes, y a veces no tanto, millonarios. El capitalismo tardío en su estado más puro, mágico, más interesante que leer ofertas e n cruceros.
Tal vez sea Mr. Robot una de las series que más afrontan el tema de la tecnología y sus efectos en nuestra vida. Si la observamos con detenimiento -asunto no tan complicado por el nivel de enganche que posee la serie-, constataremos que los problemas de Elliot son problemas instalados en el pleno núcleo de la vida de un hacker: la paranoia, el desdoblamiento, el autismo severo.
De la mano de Elliot y sus interesantes monólogos, sabemos cuán complicada resulta la normalidad para quien está inmerso en el mundo de la tecnología: saber que todo es hackeable nos hace pensar cuán artificial puede ser nuestra vida, por más honrosos que sean nuestros sentimientos.
El fututo: entre la comedia y el horror
Hemos visto, pues, que con estas dos series de la actualidad el presente tecnológico solo puede presentarse mediante dos caras: la cómica y la horrible. No podemos elegir alguna sin que salga la otra.
Sepamos, pues, que mientras intentamos normalizar objetos, técnicas y demás que serían el asombro de nuestros tatarabuelos, estamos inmersos en algo fuera de lo común que no sabemos bien si controlamos.