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Sin duda uno de los principales logros de ‘La sangre y la lluvia’ es su capacidad de insertarse en el género del ‘cine negro’ facilitando su versatilidad comunicativa. Nadie había retratado a la Bogotá lluviosa y oscura, itinerante de lugares violentos como Jorge Navas en esta película
El oscuro y violento thriller colombiano ‘La sangre y la lluvia’ (2009), ópera prima de Jorge Navas es a todas luces el gran salto cualitativo que le faltaba el cine nacional para pasar del localismo al lenguaje fílmico universal, hablando sobre la soledad metafísica de la gente en las grandes ciudades, mientras retrata con virtuosismo la Bogotá nocturna y sus sórdidos lugares.
Sin duda uno de los principales logros de ‘La sangre y la lluvia’ es su capacidad de insertarse en el género del ‘cine negro’ facilitando su versatilidad comunicativa en cualquier latitud, al respetar todos los cánones que le rigen: vida nocturna, el mundo del crimen y decadencia en las ciudades y una narración metafórica, gracias a un excelente trabajo del oficio cinematográfico: un guión creíble, una acertada dirección, apropiada elección de locaciones, una cinematografía impecable que se esmera en retratar el color de la noche y el resplandor de la lluvia, para cerrar en un producto redondo que viaja por los grandes festivales del mundo. En la edición número 66 del Festival Internacional de Cine de Venecia 2009, la película fue escogida para competir por el premio que se entrega a los directores que realizan su primera obra. También ha sido nominada en la próxima entrega de los Goya (premios del cine español) a mejor película hispanoamericana. Igualmente, el film ha sido reseñado por la revista especializada en cine ‘Variety’, relacionándolo con los primeros trabajos de Martin Scorsese y Michael Mann.
Sus personajes deambulan por la noche bogotana con la humanidad necesaria para tocar el alma y conmover con credibilidad: Jorge, un taxista. Y Ángela, una solitaria y necesitada mujer (Quique Mendoza y Gloria Montoya. El primero con gran trayectoria como actor en televisión y teatro y que se destaca por una carrera actoral de calidad; la segunda, debutando como actriz en esta película), logran la comunicación necesaria para entender sus necesidades y tristezas, así como muy en el fondo, sus esperanzas que permanecen como pabezas dispuestas a avivar la llama de la vida y de la felicidad; mientras en un juego de compañía e incipiente seducción atraviesan la pesadilla de ser víctimas de la violencia que se sirve como plato fuerte en Bogotá. Alrededor la cotidianidad de la noche: redes criminales, la dura vida de los taxistas y sus frentes de protección y sensación de inseguridad, los moteles, la prostitución…
La atmósfera creada y que se sintetiza desde el primer fotograma: lluvia pertinaz, soledad, oscuridad, desesperanza, tristeza, parece hacer un guiño al universo fílmico del gran David Lynch involucrando en el violento itinerario de una noche la vida de un hombre y una mujer desbordados por la soledad, pero con vidas aparentemente tranquilas, con los ‘malos’ que pululan en las ciudades y que buscan asegurar sus objetivos criminales. El villano con mayusculas en esta ocasión, el teniente González (un Hernán Méndez en su punto), recuerda en muchos aspectos al sociópata adicto a los alucinógenos y a la violencia Frank Booth en esa caída en picada de un joven curioso en el mundo criminal en “Terciopelo Azul”.
Una cinematografía impecable que se esmera en retratar el color de la noche y el resplandor de la lluvia. Atmósfera de abandono y desprotección
Quique Mendoza logra sacar adelante a este desesperanzado y sereno hombre con donaire y profesionalismo. Gloria Montoya nos regala una fémina cinematográfica sensual y compleja con una presencia que traspasa las barreras geográficas. Los malandros secundarios se la juegan con todo y construyen el terror criminal sin clichés.
Por ser fiel al género de cine negro y explotarlo con calidad. Por llevar al cine colombiano a un nivel universal. Por el descubrimiento de la presencia cinematográfica de Gloria Montoya, y por su recorrido por los circuitos y público internacionales; ‘La Sangre y la Lluvia’ es una película PARA RECORDAR.
Nota:
Hernán Mendez es uno de los pocos actores colombianos que navegan principalmente en el mundo del celuloide en películas como: ‘La primera Noche’ (2003) y ‘La Pasión de Gabriel’ (2008) de Luís Alberto Restrepo; ‘La milagrosa’ (2008) del director mexicano Rafael Lara; "Buscando a Miguel" (2007) del también actor Juan Fisher; ‘Satanás’ (2007) de Andy Baiz sobre la novela de Mario Mendoza, ‘Posición Viciada’ (1997) de Ricardo Coral.