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El tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos se complica cada año. El mandatario colombiano no ha querido darse cuenta que una cosa es el sindicalismo y otra el narcotrafico. El exito en una labor no suple el farcaso en la otra
El tratado de Libre Comercio entre Colombia y los Estados Unidos, no es una prioridad para el Presidente, Barack Obama. En el congreso aparece en una lista de posibles realizaciones ubicadas en un segundo o tercer plano. El presidente Álvaro Uribe ha realizado ofensiva diplomática para conseguir ‘revivirlo’ pero son hechos considerados por algunos observadores internacionales, “como un esfuerzo infructuoso… Mientras Uribe sea el mandatario colombino no es muy improbable que avance el tratado para su ratificación en el congreso… Tres años lleva de estar ‘congelado’ en el Legislativo de ese país y Obama culminará su mandato y no pasará de ahí… en Colombia tienen que darse cuenta que se trata de una realidad política. Barack Obama no quiere a Álvaro Uribe el gran amigo y seguidor de Bush, su contrincante político a quien logró derrotar, y por sus cosas no está dispuesto a darle un respiro…”. El resto es someter al pueblo colombiano a una masturbación mental.
“A pesar de la expectativa del Gobierno colombiano, en Washington hay muchas voces pesimistas sobre el futuro del Tratado, especialmente entre los círculos empresariales”. Entre esa gente, bien influyente, existe la certeza que el 2010 será otro año perdido para el TLC por motivos políticos. A Uribe le tocará que seguir perdiendo, así su embajadora en el país del norte insista en el toque de campanas y aleluyas, de que ahora sí, cada dos o tres meses. “Desgraciadamente no creo que sea aprobado este año”, pronosticó ayer Chuck Dittrich, uno de los directivos del Consejo Nacional de Comercio Exterior (NFTC). El Tratado enfrenta una muy fuerte oposición del movimiento sindicalista de EE.UU., liderado por la AFL-CIO, una de las organizaciones que respaldó a Barack Obama en su campaña por la Presidencia de ese país. El problema para Uribe es que en ese país se respetan los compromisos entre políticos y bases electorales. Es una de las grandes diferencias con Colombia y Uribe nunca ha tratado de hablar con los sindicalistas, los rehúye, le causa asco y malestar. En Colombia se sigue desconociendo al sindicalismo en forma sistemática, una prueba de ellos, es la discusión del salario mínimo, donde las opiniones de las centrales obreras fueron descomidas en un 100x100 y se impuso el criterio de Uribe por sobre toda consideración.
Ante el congreso de Estados Unidos sigue pesando más la opinión del sindicalismo colombiano que la de Uribe
El Tratado de Libre Comercio fue negociado por el Gobierno de George W. Bush, que lo firmó en noviembre de 2006, pero su entrada en vigor requiere ratificación legislativa. Los líderes demócratas lo han detenido, como con secuencia de las quejas sobre la violencia contra los sindicalistas, desconocimiento de sus criterios y sobre violaciones a los derechos humanos en Colombia. En estos aspectos que condicionan al TLC ha habido avances por parte de Colombia, pero los norteamericanos creen que no son suficientes, ellos aspiran a que la clase obrera tenga en el país suramericano la misma importancia política, social y económica de los sindicalistas del norte. Para nadie es un secreto que en el gobierno de Uribe es cuando ha habido las grandes arremetidas contra los sindicalistas en Colombia al punto que casi los desaparece. Los grandes sindicatos los destruyó el gobierno de Uribe. Hubo momentos en que la palabra sindicalista para el gobierno y su sistema de propaganda, era sinónimo de subversivo, terrorista y obra del demonio. Esas son las cosas que no se olvidan ni aquí ni allá.
El gran argumento del presidente Uribe ha sido el de que “Colombia es el país líder en la lucha contra el narcotráfico; no hay razones para que ese Tratado se demore más”, pero, una cosa es el delito y otra muy diferente una actividad legal como el sindicalismo. Parece que los congresistas reconocen esta realidad y no admiten que sea revuelta con los condicionamientos del tratado que tiene que ver con el sindicalismo y los derechos humanos con los narcotraficantes y el delito. Ellos hacen una marcada diferencia y los ofende. Quien podría estar en mora de hacer un profundo y concienzudo examen de conciencia es Uribe. “El sindicalismo de hace siete años para acá y los resultados logrados para mejorar, real, no virtual. Si la condición humana: Política, social y económica de los trabajadores es mejor o peor hoy y antes sin importar los avances en el narcotráfico que nada tiene que ver con este sector colombiano. Ya está probado que los congresistas demócratas no le comen ni a las lamentaciones ni a las bravuconadas de Uribe. Una cosa es el narcotráfico y otra el sindicalismo o el Tratado de Libre Comercio. La realidad política es sencilla de entender: Mientras Uribe sea el presidente de Colombia, no hará tratado.
En el 2010 el Tratado de Librea Comercio no es prioridad para el congreso de Estados Unidos, este año tampoco lo ratificarán